Mario E. Fumero

ORACION DE UNA INOCENTE NIÑITA POR UN PADRE CORRUPTO: 

“Querido Diosito, este año te pido que  por favor les mande ropa a todas aquellas pobres mujeres desnudas que aparecen en la computadora de mi papá. Amén”.

Cuando leí esta oración en un correo mi corazón se compungió y sentí un terrible dolor en mi ser. Descubrí que cuando los padres no dan un buen ejemplo delante de los hijos pequeños, estos sufren traumas que pueden perdurar muchos años. Es por eso que coloqué este pequeño relato al principio  porque debido al mismo  muchos quedaron impactados y se preguntaron: ¿Hay padres que ven porno delante de sus hijos?

La realidad  evidencia que este hecho se hace palpable en la conducta social de muchos padres, que  les enseñan a sus hijos adolescentes el camino de la sexualidad morbosa y corrupta, por lo cual tristemente toman el camino de la perdición como consecuencia del mal ejemplo o conducta de sus primogenitores. He podido comprobar en mi trabajo en el Proyecto Victoria, y con jóvenes conflictivos, como muchos caen víctimas de las drogas y la violencia porque sus padres les dieron malos ejemplos, o no pusieron atención a sus conflictos, o los abandonaron. Algunos padres, inconscientemente, les indujeron en una etapa temprana a ver cosas no aptas para menores, afectándoles psicológicamente, y aun más, les ofrecieron licor en su adolescencia. Otros, de forma descarada tuvieron relaciones con sus  amantes delante de sus hijos, y otros llegaron al extremos de  tener  revistas o reportajes de pornografía accesible a los niños, enfermando sus mentes antes del desarrollo sexual. También se han dado casos de padres enfermos que abusaron sexualmente de sus hijos o hijas.

            Este hecho refleja la condición moral en que viven nuestros hogares, y explica el porqué hay tantos jóvenes en drogas, maras o pervertidos sexuales. Todo esto se debe a una dicotomía en los padres, o sea, una vida de contradicción entre los valores que exigimos y el ejemplo que damos. Quizás la crisis moral que más afecta a nuestros hijos sea esa dualidad de conductas, esa falta de moral vivencial dentro de la cual producimos una rebeldía juvenil, que tristemente, desencadena en un mar de inestabilidades emocionales, que le abren las puertas a los fenómenos presente en nuestro entorno. Hijos que abandonan sus hogares, o padres que abandonan a sus hijos. Adolescentes que caen en las drogas y maltratan a sus padres. Menores que se hacen delincuentes y sicarios, desencadenando un odio engendrado en el entorno familiar. Violadores y enfermos sexuales, producto de las malas influencias pornográficas recibidas en su misma casa o por parientes etc.… estos son los males que hoy nos asedian y generan el panorama sombrío  en el que vivimos.

Sin duda alguna existe un promedio del 40% de  hogares menos estables o disfuncionales en donde se tienen serios problemas con sus hijos adolescentes. El modelo de padre y madre se ha deteriorado. Las relaciones inter-familiares se han roto debido al trabajo, entretenimiento, afanes y  bienestar. Pero lo peor de todo es que el ejemplo que damos como padres y madres, deja mucho que desear, porque no se puede exigir lo que no estamos dispuestos a dar. Porque cuando ejercemos una autoridad contradictoria a nuestros hechos, lo que estamos incubando es rebeldía y frustración.

Los hijos, desde el primer año de vida, imprimen en su mente todo lo que ven, oyen y viven, para después procesarlo y revelarlo en la pubertad,(el niño aprende lo que vive) desencadenando en la adolescencia el efecto de aquello que vivió, escuchó y experimentó en sus padres. Los errores cometidos en la infancia de nuestros hijos, al tiempo, nos pasan factura. Debemos pensar en como actuamos delante de ellos aunque sean un bebe. Debemos tener cuidado con la relación entre esposa-esposo delante de ellos. Cuida lo que dices y haces. Dedícales más tiempo a tus hijos cuando son pequeños en vez de ver deporte,  novelas o estar con amistades. El amor no se compra, no se deposita en un simple regalo. El amor se expresa en la relación, compañía,  cariño,  caricias, ternura y  ejemplo. Pregúntate seriamente ¿Estoy dándole ejemplo a mi hijo de aquello que le voy a demandar en el futuro?. Tú tienes la respuesta final.

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