Mario E. Fumero

            La crisis de Egipto al proclamar una manifestación denominada “el día de la ira” refleja el  deterioro de las dictaduras en los países árabes, y la cual sirve como punta de lanza a los movimientos islámicos radicales para efectuar su plan de islamizar el Medio Oriente y por ende, al mundo, imponiendo de varias formas la doctrina del Corán, e incluso  acudiendo a la “YIJAD”  o guerra santa. No cabe duda que los grupos seguidores de Mahoma ven la oportunidad de establecer por medio del sistema democrático, su gobierno islamista en Egipto, como ocurrió en Irán. Egipto es predominantemente un país con una población mayoritariamente  musulmán, sin embargo, el régimen del presidente Hosni Mubarak ha podido mantener por 30 años una política de Estado laica y ha sido el fiel aliado de los países occidentales, principalmente de los Estados Unidos de Norteamérica, y uno de los promotores de la paz con Israel, no prestándose a las maniobras de los grupos radicales palestinos, ni islámicos. Egipto es el mayor receptor de asistencia estadounidense en la región, después de Israel, y el presidente Mubarak es un aliado de Occidente, considerado el hombre fuerte en la lucha contra el radicalismo islámico. Este hecho, “el mantener una actitud de tolerancia con Israel”, lo convierte en un blanco de los grupos islámicos radicales encabezados por el país de Irán, en donde el odio hacia Israel es de todos conocidos.

El problema no está en que Egipto se democratice, sino en que aprovechando esta coyuntura, los grupos Islámicos traten de convertir esta nación en otro bastión de la religión musulmana. Según afirman expertos en la materia «Si un movimiento islámico llena el vacío de poder, podrían sufrir las relaciones con Israel y habría preocupación en torno al equilibrio de poder en la región». Es sabido por expertos en la política islámica que el objetivo final de esta religión es controlar el mundo e imponer los fundamentos del Corán. Muchos países del continente africano y del Medio Oriente ya están en proceso de islamización, la cual consiste en implantar como en Irán y Afganistán, un régimen de gobierno que imponga por la fuerza las leyes  del Corán. En este proceso de Islamización se trata de destruir a Israel y los valores de la fe cristiana o de cualquier otra religión. Hemos visto como grupos radicales Islámicos atacaron iglesias cristianas en Egipto, y como en la India destruyeron templos budistas. Así que con la caída del régimen de Mubarak,  nos enfrentamos a un sombrío futuro para Israel, lo cual cumple las profecías de la Biblia cuando en el capítulo 38 de Ezequiel se establece que los países vecinos de Israel se unirían para invadirla y destruir esta nación. Este hecho tiene un matiz profético, y podemos predecir lo que viene a través de las revelaciones  bíblicas. El medio oriente será un  territorio islamizado, incluyendo África, y algunas zonas de la Europa Occidental. Al fin y al cabo, la religión musulmana es la que más crece en Europa y en 2025 será la predominante en Francia, Alemania y Turquía. Uno de los observadores del acontecer del medio oriente, Wyre Davis,  afirma que las manifestaciones no están limitadas a una ciudad o a un solo grupo social y declara que «El éxito del las movilizaciones en Túnez fue que, cuando el gobierno quería contenerlas en una ciudad, brotaban en otra y luego en otra y este  es el mismo patrón en Egipto», concluyó. Todo señala que estamos antes un proceso de islamización que preparara el camino para la confrontación del Armagedón, o la guerra final contra Israel anunciada en Apocalipsis 16:16 y que dará paso al esperado mesías de los judíos. Así que el panorama del Medio Oriente se estará complicando en el futuro.