Por Víctor Soto – Director de Capacitación Caminata Bíblica Honduras
“¡Mi esposo me acaba de decir que ya no me ama!” la llamada telefónica la hizo Aurora. No era la primera vez que se comunicaba con su hermano Daniel para hablarle de algún problema con Luis, su esposo. Pero esta vez el tono de voz revelaba, no solo preocupación, sino también dolor.
Al escuchar el mensaje, Daniel se dirigió inmediatamente a la lujosa mansión de su hermana en una exclusiva residencial en Tegucigalpa, Honduras. La historia de amor de Aurora y Luis comenzó treinta años atrás con un guión similar a todos las demás, pero se vio repentinamente alterada cuando Aurora sufrió de una caída mientras se bañaba lesionándose la columna y quedando paralítica de por vida. Luis le había dicho que ya no la amaba y que se había cansado de cuidarla y de no tener vida propia por culpa de ella.
A veces decimos frases a nuestra pareja sin medir las consecuencias de ellas. Frases como: “me arrepiento de haberme casado contigo”, “estoy harto de ti”, “maldigo el día en que me enamoré de ti”, y la más devastadora “ya no te amo” frases que encienden esas luces de emergencia o de S.O.S. y que acaban con nuestras ilusiones de tener una relación duradera.
¿No es cierto que las palabras que pronunciamos tienen el poder para edificar o destruir? La palabra de Dios nos dice al respecto que “Lo que uno habla determina la vida y la muerte; que se atengan a las consecuencias los que no miden sus palabras.” Proverbios 18:2. La Palabra de Dios para Todos. En este pasaje, el proverbista nos exhorta a abandonar la idea de decir frases hirientes a nuestro cónyuge para no provocar consecuencias nefastas en nuestra relación.
En la carta a los Efesios Capítulo 4 versículo 29, el apóstol Pablo nos exhorta “no salga de vuestra boca ninguna palabra mala, sino sólo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan.” Debemos edificar a nuestra pareja con nuestras palabras de afirmación, de estímulo y de ánimo, palabras que debemos usar al comunicarnos con nuestro cónyuge, aun cuando disentimos o discutimos con ellos.
¿Cómo se Hace? En esta semana lo desafío a demostrar paciencia y no decirle nada negativo e hiriente a su cónyuge. Si surge la tentación, elija no decir nada. Es mejor contenerse que expresar algo que luego lamentará, también, además de no decir nada negativo e hiriente realice al menos un gesto inesperado como acto de amabilidad. Invierte en él o ella cómprale algo a tu cónyuge que le comunique: “Hoy estuve pensando en ti y quiero que nuestra relación sea duradera”. Si usted hace esto le aseguro que estará avivando la llama del amor en su matrimonio. Aurora y Luis comenzó treinta años atrás con un guión similar a todos las demás, pero se vio repentinamente alterada cuando Aurora sufrió de una caída mientras se bañaba lesionándose la columna y quedando paralítica de por vida. Luis le había dicho que ya no la amaba y que se había cansado de cuidarla y de no tener vida propia por culpa de ella.
A veces decimos frases a nuestra pareja sin medir las consecuencias de ellas. Frases como: “me arrepiento de haberme casado contigo”, “estoy harto de ti”, “maldigo el día en que me enamoré de ti”, y la más devastadora “ya no te amo” frases que encienden esas luces de emergencia o de S.O.S. y que acaban con nuestras ilusiones de tener una relación duradera.
¿No es cierto que las palabras que pronunciamos tienen el poder para edificar o destruir? La palabra de Dios nos dice al respecto que “Lo que uno habla determina la vida y la muerte; que se atengan a las consecuencias los que no miden sus palabras.” Proverbios 18:2. La Palabra de Dios para Todos. En este pasaje, el proverbista nos exhorta a abandonar la idea de decir frases hirientes a nuestro cónyuge para no provocar consecuencias nefastas en nuestra relación.
En la carta a los Efesios Capítulo 4 versículo 29, el apóstol Pablo nos exhorta “no salga de vuestra boca ninguna palabra mala, sino sólo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan.” Debemos edificar a nuestra pareja con nuestras palabras de afirmación, de estímulo y de ánimo, palabras que debemos usar al comunicarnos con nuestro cónyuge, aun cuando disentimos o discutimos con ellos.
¿Cómo se Hace? En esta semana lo desafío a demostrar paciencia y no decirle nada negativo e hiriente a su cónyuge. Si surge la tentación, elija no decir nada. Es mejor contenerse que expresar algo que luego lamentará, también, además de no decir nada negativo e hiriente realice al menos un gesto inesperado como acto de amabilidad. Invierte en él o ella cómprale algo a tu cónyuge que le comunique: “Hoy estuve pensando en ti y quiero que nuestra relación sea duradera”. Si usted hace esto le aseguro que estará avivando la llama del amor en su matrimonio.