LA DISTANASIA UNA MUERTE DIGNA

Mario E. Fumero

          Una vez analizada la eutanasia, cabe la pregunta ¿Hasta dónde tienen derechos la ciencia médica y los familiares de evitar que una persona  muera cuando su mal ya no tiene remedio? Es ahí cuando aparece lo que algunos llaman “eutanasia pasiva” y yo llamo “distanasia”; que significa el derecho a que una persona tenga una muerte digna, no obli-gándole a mantenerse vivo por medios mecánicos o artificiales.

          La palabra “distanasia” es el compuesto del griego “dys” que significa difícil o malo y “thánatos” que es muerte. En algunas enciclopedias se le define como “una muerte lenta y dolorosa[1]”, aunque se puede atenuar el dolor, controlándolo, y dejar que sea una muerte lenta y natural. En su sentido castellano representa la negación a la evasión de la realidad de la muerte. Significa  dejar que la muerte venga por si sola, de forma natural, como un mal inevitable, que debemos aceptar, pues está en la soberanía de Dios el dar o quitar la vida. La distanasia es contrario al de la eutanasia. Lo enfocaríamos gráficamente así:

DISTANASIAEUTANASIA
El derecho del enfermo a que no se le obligue a mantenerse vivo por medio de máquinas o resucitadores artificiales cuan-do su mal es irreversible y le lleve a un estado de coma o paro cardíaco. Que se le alivie clínicamente los síntomas del dolor y que no se le fuerce a morir, a menos que el cuerpo no responda, y la muerte llegue de forma natural.   Que en caso de estar en coma y dependiendo de una máquina, cuando los médicos dictaminen la muerte cerebral, los familiares puedan solicitar que se le des-conecte de las máquinas y le dejen morir en paz.  El derecho a cortar la vida provocando la muerte por medios humanos para evitar que entre en los estados agudos de coma o agonía.  Que se evite el dolor produciendo la muerte física. Qué al estar en coma, aunque haya posibilidad de recuperación, no solo se le desconecta de las máquinas, sino inducirle la muerte con alguna inyección letal.
Debemos diferenciar entre el derecho a que un enfermo muera dignamente, sin que se le fuerce a vivir mecánicamente, a la acción de inducirle la muerte para evitar el sufrimiento, pues en tal situación estamos frente a un suicidio o asesinato.

                    La medicina se ha vuelto mercantil. Muchas veces los médicos y hospitales privados mantienen vivo a una persona de forma mecánica para obtener más ganancia. La medicina privada es uno de los negocios más rentables, pues se explota el dolor humano. Mientras que a muchos pobres se les deja morir, sin recurrir a ningún recurso tecnológico. Los ricos, aunque estén muertos cerebralmente, se les sigue manteniendo vivos de forma artificial, para obtener más ganancias por los servicios prestado, y esto es injusto y poco ético.

          ¿Hasta dónde tiene derecho la ciencia médica de alargar o quitar la vida? Hasta don-de Dios se lo permita. Tanto el médico, como el científico  no deberán asumir el papel de Dios. Él debe usar todos sus recursos para el bien humano. Debe luchar porque cada individuo viva dignamente, y a la vez, muera de la misma forma. Mientras hay vida y esperanza, debemos hacer todo lo que se pueda para restaurar la salud. Cuando ya nada se pueda hacer, y la muerte sea un hecho irreversible, entonces debemos aceptar la derrota, y proporcionarle al enfermo todos los recursos necesarios para que cuando llegue la muerte, esté preparado para el encuentro con Dios, y no evitarla ni provocarla, usurpando el papel de Dios.

          Esto plantea a veces decisiones que los parientes del enfermo tienen que tomar. Un caso típico es aquel que sufriendo un accidente, presenta una muerte cerebral, y sus signos vitales funcionan ligados a una máquina. Los padres deben decidir si se le debe desconectar de la misma, ya que los médicos han determinado que su recuperación es imposible, pues existe una muerte cerebral clínicamente evidente. ¿Sería un acto criminal su desconexión de la máquina que lo mantiene vivo artificialmente? ¡NO! porque si el cuerpo no responde por si mismo, ¿Qué sentido tiene el mantenerlo vivo de forma mecánica? Pero tal decisión, lógica, debe ser tomada por los familiares y no por el médico.

          De igual forma podríamos citar el caso de un enfermo terminal de cáncer o SIDA. Este sufre un paro cardíaco en su estado agónico, y los médicos inmediatamente acuden a resu-citarlo con medios artificiales. ¿Tiene lógica el luchar para que no muera hoy, y sufra más días? Es ahí cuando el principio de la distanasia se tiene que imponer. Incluso se habla de que los enfermos deben reclamar sus derechos a una muerte digna, y hacer un testamento donde pidan que cuando estén en su etapa terminal, no usen métodos artificiales para mantenerlo vivo a la fuerza, o resucitarlo en caso de una falla cardíaca, cuando saben que su mal no da esperanza de recuperación.

          No confundamos “muerte digna” con “muerte provocada”. Cualquier acción que no respete la vida, o juegue con ésta, haciendo a las personas “conejillo de indias” es inacepta-ble desde la ética cristiana y bíblica. Los enfermos terminales, o irreversibles, se les debe preparar para enfrentar la muerte con esperanza y confianza en Dios, sabiendo que en Je-sús la muerte es el principio de la vida eterna.

          Debemos tener confianza, buscar paliativos al dolor y aceptar con estoicismo el de-signio divino, actuando con la fe y confianza de Job frente a la adversidad. Es hermoso ver como éste enfrentó los males proclamando la Soberanía de Dios en su aflicción exclamando: “Jehová dio, y Jehová quitó, sea el nombre de Jehová bendito” (Job 1:21 bis). Hay necios que proclaman el claudicar y maldecir en el dolor, como la esposa de Job que dijo: “Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios y muérete? A esos que así proponen, debemos contestarles con las palabras de Job: “Sueles hablar como mujer fatua ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?” Job 2:9-10), sin embargo nosotros debemos mantenernos con esperanza en medio de la desesperanza, sabiendo que “nuestro redentor vive, y aun del polvo de la tierra nos puede levantar” (Job 19:25).

          Debemos prepararnos, espiritualmente hablando, para ayudar a los que tienen que en-frentar la muerte de forma lenta. Hay que rehacer toda una teología de confrontación con la muerte, partiendo de la esperanza que hay en la vida eterna. Nuestro mensaje cristiano gira en torno a dos verdades fundamentales:

Primera: Que la existencia física es transitoria y pasajera. El tiempo de vida terrenal debe ser un preparativo para la partida a la eternidad con Dios  (Santiago 4:13-14), ya que nuestro mañana está en sus manos.

Segundo: Que la muerte no es el fin, sino el principio de la verdadera existencia, que es ganancia y que por lo tanto no debemos ver la muerte como una tragedia, sino más bien como una victoria (Fil 1:21-23, Rom 7:24-25) y el que muere en Cristo resucitará para vida eterna.

          No hay mejor oportunidad de ministrar salvación a los seres humanos que hacerlo a aquéllos que están al borde de la muerte y todavía no están preparados para el encuentro con Dios, pues son almas seguras que no se perderán, y a esta misión nos llamó el Señor.

          En el año 1965 trabajaba en el Quiché, Guatemala, y visitaba el hospital general de esa ciudad para predicarle a los enfermos. El director se hizo amigo mío, y siempre me decía que yo iba a buscar candidatos para el cielo. Un día había un hombre agonizando y el Dr. Dardon me llamó para decirme “Pastor, le tengo un candidato para el cielo que se está muriendo, vaya a ofrecerle el pasaporte para la eternidad”. Sin pédida de tiempo fui al hospital y le hablé al hombre de la necesidad que tenemos de arrepentirnos y volvernos a Dios mediante su hijo Jesucristo, el hombre aceptó a Cristo, y media hora después expiró. Esta situación me enseñó que en los momentos de muerte, lo mejor es prepararnos, y no luchar por seguir viviendo cuando ya nada se puede hacer. Dejar que Dios a través de la naturaleza prevalezca sobre nosotros, aceptando el milagro de la vida y también la bendición de la muerte.

          Nosotros no debemos defender la eutanasia, pero sí debemos aceptar la distanasia, esto es, una muerte digna, sin evasión pero tampoco sin artificios. Atenuar el dolor, pero dejarle a Dios decidir en que momentos debo morir, y cuando este momento llegue, no resistir la muerte, sino esperarla sabiendo que para los Cristianos la muerte es el principio de la vida.


[1]–  Enciclopedia Universal Sopena, Vol 3  página 2852.

Acerca de unidoscontralaapostasia

Este es un espacio para compartir temas relacionados con la apostasia en la cual la Iglesia del Señor esta cayendo estrepitosamente y queremos que los interesados en unirse a este esfuerzo lo manifiesten y asi poder intercambiar por medio de esa pagina temas relación con las tendencias apostatas existentes en nuestro mundo cristiano.
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Una respuesta a LA DISTANASIA UNA MUERTE DIGNA

  1. jpv5324digna dijo:

    Dios te Bendiga grandemente Hno con su mensaje cambio mi expectativa de la vida y la muerte. Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;Romanos 5:1.Enviado desde mi smartphone Samsung Galaxy.

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