MARIO E. FUMERO

        En la noche del 10 de noviembre del 2018, y estando en Miami, durante la noche tuve un sueño que duro casi toda la noche, el cual es de los más raros que he tenido, y me pregunto, ¿Puede el Señor dictarle un libro en sueños a una persona, o simplemente era la imaginación? No puedo afirmar ni una cosa, ni la otra, pero si me desperté con una lucidez de lo soñado que me ha dejado impactado.

          Pues durante esa noche en sueño, comencé escribir un libro y al despertarme no se me borró de la mente todo lo que en el mismo había escrito. Me acuerdo que le puse el título de “Egología” que es un compuesto de «ego»[1]   que es el «yo» y «logía» que significa discurso, doctrina o ciencia, por lo que se traduciría en estudio del egoísmo en la naturaleza humana. Durante el sueño conversaba, no sé con quién, y le pregunte porque este nombre, y me contestó por qué debía estudiar a través de la Biblia el fenómeno del egoísmo y su legado desde una perspectiva teológica y lógica.

          Toda la noche la pasé escribiendo el libro en sueño, pero lo más raro de todo, es que al despertarme tenía las ideas tan claras, que mi mente no dejaba de pensar en todo lo que a través del sueño había escrito imaginariamente.

          Todos los seres humanos soñamos, y hay muchos tipos de sueños, pero la gran mayoría de las veces no los recordamos, y si los recordamos es algo puntual y breve, pero nunca recordamos tantos detalles, ni tenemos un sueño que durante toda la noche sea repetitivo, aunque te despierte varias veces.

          No cabe duda que Dios puede hablar por sueños, ni tampoco cabe duda que muchas veces nuestras mentes divagan por el mundo de la fantasía para atraer a luz ideas o hechos insólitos, producto de nuestras experiencias diarias.

          He escrito más de 68 libros, pero ninguno de ellos ha sido el producto de un sueño como lo está en mi mente, ya que por mi mente nunca ha pasado el escribir un tema como este, aunque en el año 1996 publiqué uno parecido llamado «SANIDAD EMOCIONAL» distribuido por UNILIT y en el cual analizaba muchos de los problemas emocionales y psicológicos que padecemos, como producto de un egoísmo formado por una infancia conflictiva en  donde no se atenuó, el capricho y la soberbia humana.

          Quiero adjuntar a este libro una parte ligada estrechamente con el tema del egoísmo, y que lo escribí anteriormente sin haberlo publicado todavía, sobre el fruto del egoísmo, que es la soberbia.

          Espero que lo aquí señalado sea de bendición para una época en donde vivimos un cristianismo decadente, de codicia y dominado por un egoísmo extremo que alimenta la soberbia y la prepotencia, forjando una teología diabólica que enfatiza el “tener” para “SER”.

[1] – El  «Ego» es, para la psicología, la instancia psíquica a través de la cual el individuo se reconoce como yo y es consciente de su propia identidad. El ego, por lo tanto, es el punto de referencia de los fenómenos físicos y media entre la realidad del mundo exterior, los ideales del superyó y los instintos del ello. Desde una perspectiva espiritual, el ego quiere decir considerarse a sí mismo distinto de los demás y de Dios, debido a la identificación con el cuerpo físico y las impresiones que existen en varios centros del cuerpo sutil.