Mario E. Fumero
Uno de los elementos más importante en el ejercicio del periodismo, la justicia y la enseñanza es el aprender a ser justos e imparciales. Cuando se manipula la información, justicia o educación, cometemos errores grandísimos que nos pueden llevar a la difamación, calumnia o engaño, y esto, además de ser un pecado delante de Dios, es un delito punible en muchos códigos penales.
Hay que ser justos y veraces. Pero ¿Cómo podemos ejercer una justicia que nos lleve a un criterio recto? Siempre y cuando Analicemos los dos lados de la moneda. ¿Cómo? No manipulando la verdad con mentiras, calumnia o distorsión de la realidad. La Biblia enseña en Proverbios 12:17 que “el que habla verdad, declara justicia; Mas el testigo mentiroso, engaño”. Si deseamos ser honestos, debemos escuchar los dos lados, analizar ambos argumentos, y después juzgar, como dijo Jesús “con justo juicio” (Juan 7:24 ).
Recientemente pude comprobar existen algunas emisoras y periódicos que cuando enfocan sus ataques a algo determinado, no abren espacios para que el lado contrario exponga sus puntos de vista y defienda su posición. Doy gracias a Dios, porque “La Tribuna” permite que ambos extremos se expresen, más no ocurre lo mismo con otros medios. Alguno dirá; ¿en qué me baso para tal afirmación? Pues seré explicito para que me entiendan mejor. Cuando se comenzó la discusión sobre el tema de la lectura bíblica en las escuelas, note que un periódico solo publicaba opiniones contrarias a dicha propuesta, y ni una sola opinión a favor apareció en sus paginas. Se dio el caso que en un mismo número, apareció más de 3 columnistas atacando la ley de la lectura bíblica e incluso, las noticias eran enfocadas de forma negativas en las demás paginas. Una emisora de la capital, atacó fuertemente esta ley, y al dar paso a las llamadas telefónicas, observe que todas eran en contra. Entonces decidí llamar, y descubrí lo que pasaba, se le preguntaba al que llamaba, antes de sacarlo al aire, si estaba en favor o en contra. Si uno decía estar en favor, te dejaban en línea o te colgaban, sin salir al aire. Es triste ver como algunos ejercen un periodismo parcializado, en donde no se puede escuchar ambos lados, y el que escribe o comenta se convierte en parte y juez del asunto, parcializando su posición a sus propios intereses, y no al juicio justo.
Lo mismo ocurre con nuestros planes de estudios. A los estudiantes se les enseña un solo lado de la moneda. El método domínate es el estudio programado de acuerdo a una corriente determinada. Si el maestro enseña evolución, parte de esta teoría, sin permitir que se analice las contrarias, en este caso el creacionismo bíblico, y el alumno no disentir del maestro. Si el maestro enseña economía, y su línea es capitalista, tratara de enfocar su punto de vista, ridiculizando las demás concepciones. En lo religioso, si fuera católico, desacreditar al evangélico o viceversa. ¿Qué seria lo ético y correcto en el aprendizaje? Que si un profesor defiende un punto de vista que tiene un lado contrario, otro profesor presente y defienda el punto contrario en el cual se apoya. A esto llamamos “libertad de cátedra”.
Las ideas se discuten, y no por ellos tenemos que ser enemigos. En un mundo pluralista no todos pensamos igual, y debemos darle espacio a aquellos que sin pensar como yo, deseen expresar sus opiniones, ya que nadie es poseedor absoluto de la verdad. La libertad establece el derecho a la replica. Nadie tiene derecho de usar su libertad para dañar o coaccionar el derecho de otro. Al fin y al cabo, tu libertad termina, cuando la mía comienza.
Es necesario ser fiel a nuestra conciencia, y usar nuestro entendimiento para juzgar todas las cosas con justo juicio. Hay que escuchar los dos lados, y si fuera necesario, verificar los hechos y comprobar los conceptos. La Biblia enseña en Hechos 17:11 que los judíos de Berea “fueron más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras, para ver si estas cosas eran así” o sea, ver si lo dicho por Pablo era cierto. Yo pregunto, ¿Verificamos lo que escuchamos o leemos? ¿Le miramos a la moneda las dos caras? Si no lo hacemos, corremos el riesgos de no tener un juicio justo de la verdad, y caer de esta forma en el engañado.
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