(Ángel Bea)
Es tan odiada por aquel que dijo de sí mismo: “Yo SOY la Verdad», no parece lógico ni consecuente que un cristiano confíe y dé su voto a favor de aquellos políticos que mienten y, con toda la frescura del mundo hacen lo contrario de lo que antes han declarado sin dar las explicaciones necesarias ni pedir disculpas. Seguramente nos toman por tontos, o quizás creen que todos somos como ellos y que «tragaremos» con todo cuanto ellos quieran.
Porque, una cosa es mentir alguna vez y pedir disculpas por ello; pero otra es ser un mentiroso, hacer lo contrario de lo que ha dicho antes y actuar como si nada hubiera pasado. Da igual si su ideología es “mejor” que las otras; si es de “izquierdas”, de “derechas” o de “medio pelo”. Ese hombre o mujer, quién quiera que sea hará lo que tenga que hacer para conseguir sus fines, aunque sea pasar por encima de cualquier ley, justa o injusta. Gandhi dijo que “La persona más peligrosa es el/la mentiroso/a”; pero el Señor Jesús fue más lejos, al decir: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo… Él es mentiroso y padre de mentira” (J.8.44)
Y es que, en eso de la mentira, nada nuevo estaba diciendo Jesús. Como un botón de muestra de lo que Dios piensa y siente por el mentiroso, aquí tenemos esta del libro de los Proverbios:
“Hay seis cosas que detesta el Señor y una séptima que aborrece del todo:
1) Ojos altaneros;
2) Lengua mentirosa;
3) Manos manchadas de sangre inocente;
4) Mente que trama planes perversos;
5) Pies ligeros para correr hacia el mal;
6) Testigo falso que difunde mentiras y
7) El que atiza discordias entre hermanos” (Prov. 6.16-19. -La división en frases es mía-)
¡Con razón se define a la Palabra del Señor como el «espejo» donde podemos mirarnos!
Esto nos recuerda la importancia de tener siempre como punto de referencia al Santo de los santos; aquel que demandó de sus seguidores que, al hablar, no hace falta jurar, ni tergiversar, ni torcer, ni manipular el lenguaje, sino que nuestra palabra sea: “Sí, sí; no, no; porque lo que es más que esto, tiene su origen en el mal” (Mt.5.33-37).
¡Políticos, aprended del Maestro de maestros a decir siempre la verdad!