Mario E. Fumero

Vivmos en tiempo en donde la contaminación lo inunda todo. Nuestro ecosistema esta completamente deteriorado, debido a la contaminación de gases y basura que produce el efecto invernadero, lo cual ha generado un cambio climático que afecta a todo el mundo. De igual forma la política se ha contaminado por el fenómeno de una corrupción incontrolable. A nivel de salud, están resurgiendo las enfermedades que antes habían sido controlada y nuestras epidemias azotan el mundo, quedando la ciencia medica impotente ante tal fenómeno, debido al estilo de vida que vivimos en los alimentos que consumimos, en su mayoría con ingredientes químicos y contaminantes dañinos a la salud. No hay un área de nuestro estilo de vida que no este afectado por el fenómeno de la contaminación, pero lo mas terrible es pensar que esta contaminación generalizada se ha extendido a las iglesias cristianos.

          La Biblia define muy bien las características de los cristianos, y, por ende, de los que forman la iglesia. El concepto bíblico establece el principio de que la iglesia es un reino dentro de otro reino, estableciendo la diferencia entre el mundo o príncipe de este siglo y la Iglesia bajo el Señorío de Cristo. Como pueblo de Dios debemos de ser santo apartado de lo inmundo y consagrado al Dios todopoderoso.  Nuestra cultura cristiana esta basada en los principios del reino, un pueblo rescatado de los demás pueblos para despojarse de la mundanalidad y el paganismo, como bien dijo Jesús “no se puede servir a dos señores”. El Apóstol Pablo recomienda a los cristianos a apartarse de lo inmundo, huir de la iniquidad, no unirse en yugo con los incrédulos y no participar de lo sacrificado a los ídolos y también nos ordena que vivamos santa y piadosamente. Todos estos principios se han venido abajo con la avalancha e influencias mundanas que invaden la iglesia. Podemos describir la contaminación de la iglesia en diferentes aspectos:

1. Imitación al mundo: No cabe la menor duda que la iglesia ha copiado los esquemas del mundanos las modas, como los ritmos y espectáculos, así como las estrategias para manipular la mente de las personas a través de un marketing que atrae a las personas a un culto tipo teatro en donde los entretienen y anestesian espiritualmente. En estas iglesias lo central no es la enseñanza sólida que los aparte del pecado, sino el entretenimiento que produce emociones transitorias. Esto ha afectado la salud espiritual de la iglesia. La carnalidad y el emocionalismo ha sustituido la espiritualidad y consagración. La santidad se ha derrumbado, para dar caso a la ambición y la codicia a través de una teología que alienta más el tener que el vivir, el tener que el dar.
2. La influencia de la moderna teología liberal. ¿Que significa esto? Que la nueva era con la influencia del ocultismo y humanismo ha entrado a formar parte del enfoque teológico bajo una perspectiva gnóstica en donde el poder mental puede sustituir la fe y liberar al hombre de sus ataduras y limitaciones humanas por medio de la visualización o regresión, lo cual termina disolviendo el pecado para transformarlo en error. Esto ha forjado un evangelio hueco, vacío, estilo “superman”, en donde todo lo podemos, no sufriremos, porque existe una proclama mágica de una vida plena en nuestro estado carnal, sin tener ese cuerpo glorificado del cual nos habla San Pablo y que poseeremos cuando venga el Señor por su iglesia. Nos enseñan a creen que todo lo tengo, todo lo poseo, todo me pertenece, creándose un culto a la una mente positiva, que me lleva a confesar que soy exitoso, superior, dios etc., y lo contrario es maldición, miopía y negativismo.

     Se ha mezclado también la superstición en la forma de exaltar conceptos fetichistas, mediante el cual se crea un panteísmo cristiano, adaptado a la “teología de la unción”, en donde obtenemos bendiciones por medio de objetos, personas o acciones, que en la mayoría de los casos se alcanzan con dinero y dadivas materiales.

En el aspecto practico la mayoría de los ministros han caído en la doctrina de Balaam, o sea en la idolatría. El espíritu de Jezabel, que es el espíritu de mundanalidad e idolatría se ha adueñado de los pulpitos. Solo se habla de sembrar, pactar, cosechar, tener, poseer, conquistar y reinar. Todos estos conceptos, que ya forman parte de la doctrina y el léxico de muchas iglesias a dando origen a un falso evangelio, afirmando que la iglesia puede conquistar el poder político y reinar aquí en la tierra ahora, conquistándole el territorio a Satanás, sin que se cumplan muchas profecías bíblicas relacionadas con el milenio. Esta de moda que pastores y lideres cristianos busque puestos políticos para llegar a ser a presidentes, y desde esa plataforma sanear la nación, razón por lo cual algunos pastores se han involucrado en política, y pongo por ejemplo el caso del pastor Harold Caballero en Guatemala, que le dejo la iglesia a su esposa (un poder detrás del trono) para aspiras a la candidatura de la presidencia con le idea de sanear la nación. Ya en el pasado otro presidente evangélico, llamado Serrano, alcanzo esta posición y su periodo estuvo impregnado de escándalos y pecados, a tal grado que quiso dar un autogolpe de estado, desprestigiando la iglesia evangélica que lo apoyo. Tal parece que no aprendemos de la historia. Siempre que los líderes cristianos mezclan la iglesia con el poder político, quedamos mal parado y contaminados del sistema corrupto que priva en este mundo, pues, al fin y al cabo, Satanás es el príncipe de este siglo.

La  iglesia santa, pura y separada del mundo, que fue comprada con la Sangre de Jesucristo, hoy día esta tristemente contaminada con la podredumbre del mundo. Esta iglesia ha copiado todos los esquemas del mundo y participa de las infructuosas obras de las tinieblas.

¿A dónde iremos a parar? ¿Cuál será el futuro de una iglesia que se ha contaminado de la inmundicia del mundo? La Biblia define  bien esta realidad cuando en el libro de Apocalipsis se nos presenta el panorama de dos iglesias. Una que es fiel y verdadera, que tiene poca fuerza porque no obtiene el poder político y económico del mundo, pero sin embargo guarda su Palabra y no niega el nombre de Jesús, y la otra, la Iglesia de Laodicea que no se define, indecisa, ni es fría, ni caliente, que busca la riqueza, poder, bienestar y el reconocimiento, adaptándose al sistema mundano. Estas dos iglesias, que serán las dos corrientes de los últimos tiempos, representan la fiel y verdadera que como las vírgenes sabias, espera a su esposa con las lámparas encendidas, y la apostata y ecuménica, que no se apercibe del aceite del espíritu y se alinea con las huestes que preceden al surgimiento del anticristo.

La música corrupta del mundo, con sus ritmos y movimientos eróticos y sexuales se han adueñado del culto evangélico. Es evidente que la música, que en el pasado era una parte, ahora es un todo, y mas que un todo, un negocio que enriquece a muchas cantantes, que, fracasados en el mundo secular, encuentran en el mercado de la iglesia una forma de enriquecimiento y a su vez un medio de contaminación para arruinar la salud espiritual de los jóvenes que buscan ritmos y emociones carnales en vez de experiencia y convicción cristiana.