Ángel Bea

El libro de Proverbios, nos encontramos una y otra vez con referencias a la diligencia/responsabilidad y a la negligencia/pereza y las consecuencias que se derivan tanto de una actitud y práctica como de otra. Por ejemplo, dice una sentencia:
“El alma del perezoso desea y nada alcanza; mas el alma de los diligentes será prosperada” (Prv.13.4).
La primera parte del proverbio, hace referencia al hecho de que podemos desear ser o tener esto o aquello, pero si no hacemos nada para conseguirlo, nada podemos obtener, salvo por medios fraudulentos, deshonestos o ilegales. Esa era la razón por la cual en nuestro tiempo también se decía: “Si no estudias vas a trabajar”.
Y así era. A los trece o catorce años (otros, incluso antes) ya estábamos trabajando aquellos que según las opiniones de los mayores (y las evidencias) “no servían para estudiar”. Así que tanto unos como otros conocimos más de las responsabilidades que de nuestros derechos. Todo eso, al margen de parte del sistema de educación que era bastante irregular; y el familiar, más irregular todavía, en no pocos casos. Pero el ejercicio de responsabilidad, el esfuerzo y la disciplina, tanto en una cosa como en la otra producía sus mejores frutos. No todos podíamos ser ingenieros o arquitectos, pero sí podíamos cubrir una amplia gama de profesiones y oficios tan necesarios en la sociedad como los otros.
Además muchos de los que “no servíamos para estudiar” demostramos que en lo nuestro podíamos ser buenos e incluso en muchos casos, los mejores. Ninguno nos traumatizamos por las exigencias sobre la responsabilidad y la disciplina; ninguno nos traumatizamos por trabajar 9 ó 10 horas diarias, incluido el medio día del sábado. Eran otros tiempos y de gran necesidad.
Hoy día las cosas son muy diferentes. Hoy día se enfatizan más los derechos que las responsabilidades. E incluso a aquello que se llaman “derechos” no lo son en absoluto. Yo puedo “desear” tal y como dice la sentencia citada. Y el problema está en que si esos “deseos” se satisfacen en los niños y los jóvenes (¡y no tan jóvenes!) sin que tengan que pagar un precio por ello, entonces estamos mal criando a gran parte de la sociedad que creerán que tienen derecho a esto o aquello pero sin haber trabajo para conseguirlo.
Así que ateniéndonos solo a la sentencia citada del libro de Proverbios, no es “el alma del que desea…” sino “el diligente” el que será prosperado.
Esto no es difícil de entender. Pero por intereses políticos y otros quizás de carácter oculto, ahora va resultar que con la nueva ley de educación, (y otros muchos factores) los niños y jóvenes que están en edad de estudiar, pasarán de curso sin haber aprobado el anterior. ¿Por qué?. Porque a unos cuantos políticos les parece que eso es “lo justo”, “lo correcto”. Pero de esa manera se van estableciendo las bases de una nueva “cultura”. La cultura de la irresponsabilidad y del no esfuerzo. «¿Para qué me voy a esforzar? Ya lo harán otros; y yo me beneficiaré de lo que otros produzcan». Luego, si quieren conseguir un título, escribir una tesis doctoral o incluso un libro, ya habrá oportunidad de plagiar o de echar mano de otro que lo haga por mí. ¿Ejemplos? ¡Claro que los hay!.
Por tanto, está bien “desear”; pero junto con el deseo debe ir aparejado un sano, aunque a veces sacrificado ejercicio de la responsabilidad, de la disciplina y la dedicación para conseguir lo que, en buena lid debe ser un derecho. Todo lo demás, es pura demagogia de políticos aprovechados cuyos intereses no son los de la sociedad en general sino los suyos propios.
Como conclusión diremos que, en el pasado muchas de las cosas que se hicieron no estuvieron bien, pero las que sí se hicieron tuvieron una repercusión benéfica sobre las personas, las familias y la sociedad en general; en cambio, mucho de lo que se está haciendo hoy que pasa por bueno, tendrá una nefasta repercusión sobre las personas, las familias y la sociedad en general. Al tiempo.