Mario E. Fumero
La iglesia ha tenido que enfrentarse a lo largo de su historia con influencias mundanas de diversas índoles. Hemos ido desde lo que podría catalogarse las tendencias judaizantes y gnósticas, prevaleciente en la época de los apóstoles, hasta aquellas que, aunque no tienen que ver con doctrina, socava la moral y la santidad del evangelio como es la forma de adoración y alabanza.
A partir del 1970 el movimiento evangelístico experimento un lento pero profundo cambio respecto a la música en el culto. Hasta esa década el cantar era una expresión de adoración congregacional, aunque no faltaron cantantes cristianos con melodías que contenían un mensaje bíblico y ritmo moderado, sin embargo, en la búsqueda de lo sensacional, la iglesia ha dado cabida a un estilo musical idéntico al que se usa en el mundo, tanto en su forma como en su fondo. Junto a estas influencias mundanas, aparecieron conceptos doctrinales errados como afirmar que a la hora de cantar “vamos a adorar el Señor” por lo que, para muchos creyentes, cantar es equivalente a adorar. Sin embargo, el término “adoración” es un todo, no una simple canción o concierto. Es más, una actitud, que una expresión[1].
LA MUNDANIZACIÓN DE LA MUSICA
Este espíritu de mundialización de la música ha hecho que los cultos se vuelvan un espectáculo con matices mercantil, lo cual se ha incrementando en la medida en que los cantantes cristianos comenzaron a tener conciertos y obtener ganancias sustanciosas. Al principio era gratis, pero después se puso precio, y estos han ido subiendo hasta costal igual que los conciertos mundanos. Con la aparición de Marcos Witt y sus enseñanzas de adoración, estos eventos se comenzaron a llamar “conciertos de adoración”. El éxito de estos conciertos atrajo a otros muchos imitadores de este estilo, lentamente en el montaje de los mismos se introdujo todos los esquemas y métodos implantado en el mundo secular: luces, ropas extravagantes, coreografías, humo, efectos de iluminación idéntico a las discotecas etc. Tan fuerte ha sido esta influencia que se emplean técnicas costosas para producir un estimulo emocional en los asistentes, a base de efectos especiales y volúmenes que sobrepasan los limites de decibelios, cayendo en una replica exacta y recalcada de lo que se hace en el mundo profano, por lo que se induce una “bendición electrónica”.
Pero no solo se introducen técnicas mercantiles, de sonido, luces, coreografía y poses, sino que, para colmo, se introducen ritmos mundanos que exaltar la carne y revive las experiencias del viejo hombre, sin llevar a elevar el espíritu y producir quebrantamiento y arrepentimiento, afirmándose que “así adoramos al Señor”.
Muchos ritmos que originalmente fueron satánicos y de estímulos eróticos, que han conducido a muchos jóvenes a la perdición, depravación y drogas, son los que en la actualidad dominan en muchas iglesias. El rock, salsa, merengue, punta, reguetón etc están al orden del día, y las reuniones cristianas parecen mas una discoteca mundana que un culto de adoración y búsqueda de Dios.
¿A qué se debe esto? A la triste realidad de la decadencia espiritual que vive los países occidentales en donde cristianismo se ha desconectado de las enseñanzas de Cristo para transformarse en una religión, y no en una experiencia encarnada a través de un nuevo nacimiento. Todo esto me lleva a establecer una triste realidad, no lo volvemos a la palabra de Dios, el CRITIANISMO caiga en crisis y que combina la palabra de Jesús cuando hizo una gran pregunta: cuando el hijo del hombre venga ¿hallará fe en la tierra? (Lucas 18:8).
DE SIERVOS A SEÑORES
“Como jaula llena de pájaros, así están sus casas llenas de engaño; así se hicieron grandes y ricos. Se engordaron y se pusieron lustrosos, y sobrepasaron los hechos del malo; no juzgaron la causa, la causa del huérfano; con todo, se hicieron prósperos, y la causa de los pobres no juzgaron. ¿No castigaré esto? dice Jehová; ¿y de tal gente no se vengará mi alma? Jeremías 5:27-29.
La arrogancia y prepotencia de muchos ministros del evangelio han hecho que el evangelio sea escarnecido entre los inconversos. Alguien me dijo hace poco que no se explica como un pastor que ayer no tenia nada, al cabo del año viste trajes costosos y tiene automóviles lujosos. Esto la llevado a que algunos en son de burla digan que las dos formas de tener dinero fácilmente es metiéndose en política o haciéndose pastor. Tristemente el enriquecimiento de muchos ministros amparado en la doctrina de la prosperidad, ha traído escándanlos y escarnio al evangelio de Jesucristo, a los cuales Judas 12 señala como “manchas en nuestros ágapes” afirmando que “se apacientan a si mismos” y 2ª de Pedro 2:13 los señala como “inmundicia y manchas que comen con nosotros” y el verso 14 los define como “hombres llenos de codicia”, los cuales viven para el vientre, vistiendo lustrosamente ( Jeremías 5:28) a costilla de la explotación de la fe.
Estos ministros avaros, materialista y dado a buscar fama y prestigio por medio de las riquezas, han fabricado otro evangelio diferente al que enseña la Palabra, y con un ingenio que sobrepasa los limites de toda lógica hermenéutica, ciegan el entendimiento de la gente para hacerles ver que nosotros podemos manejar a Dios como siervo y ordenarle que nos de aquello que el mismo Jesús condeno. Estas enseñanzas no solo desvirtúan el fin supremo de la fe, sino que alteran la doctrina de la soberanía de Dios para convertir al Ser Supremo en vasallo de la ambición y de los caprichos humanos.
[1] –Adoración El léxico relacionado con el culto de adoración es muy extenso en la Biblia, pero el concepto esencial es el de “servicio”. El heb. >‡b_oÆd_aÆ y el gr. latreia se referían ambos originalmente a la tarea de los esclavos o sirvientes asalariados. En consecuencia, a fin de ofrecer este “culto” a Dios sus siervos deben postrarse—heb. hisûtah\‡waÆ o gr. proskyneoµ—y así manifestar temor reverencial y una actitud de admiración y respetuosa adoración.[1]