Mario Fumero
Recuerdo cuando tenía 18 años de edad en Cuba, en aquel entonces respaldaba la revolución cubana con la esperanza de tener un país libre de dictaduras (como fue la de Batista) y que tomará su propio destino, sin injerencia de las potencias económicas que la manipulan.
Corría el año 1960 cuando en un programa de televisión el líder de la revolución cubana Fidel Castro la arremetió fuertemente contra la Iglesia Católica, lo cual desencadenó la expulsión de sacerdotes extranjeros de Cuba, así como la confiscación del Estado de las escuelas católicas como el Colegio de Belén y el de la Salles. Esto desencadenó una persecución contra aquellos católicos que disentían de algunas medidas de la revolución.
En ese entonces yo estudiaba para sacerdote. Vi como el régimen, al atacar a la Iglesia Católica, los evangélicos apoyaron abiertamente a la revolución cubana. Una vez que se había neutralizado la influencia de la Iglesia Católica, el sistema se lanzó contra las iglesias evangélicas, acusando a algunos pastores de ser contrarrevolucionarios, e interviniendo también escuelas evangélicas. En conclusión, el cristianismo fue proscrito, aunque no desapareció, y la revolución tomó el camino de un ateísmo práctico, que con el tiempo fue desapareciendo, resurgiendo de nuevo las iglesias, pero con limitaciones.
Hoy en Nicaragua se repite la misma historia, el régimen sandinista encabezado por el presidente Daniel Ortega, arremetido contra la Iglesia Católica por disentir de algunas medidas dictatoriales emprendida por ese gobierno, al encarcelar a todos los opositores que acudían a las elecciones, en la cual, y por imposición, ganó el sandinismo.
Hoy se persiguen a sacerdotes, se cierran emisoras católicas, y posiblemente se intervengan escuelas católicas. Una vez neutralizada a influencia de la Iglesia Católica, que siempre ha tenido un poder político en la sociedad, indudablemente se repetirá la historia, también se lanzarán contra la Iglesia Evangélica y contra la libertad de culto, bajo el supuesto señalamiento de qué están excitando al odio y a la resistencia a la supuesta democracia nicaragüense.
No cabe duda que toda imposición produce una reacción, y aunque en Cuba la sabiduría y el carisma de Fidel Castro neutralizo el poder del catolicismo en el inicio de la revolución, creo que en Nicaragua la cosa no será igual, pues Ortega no tiene la inteligencia de Fidel Castro, y le será muy difícil triunfar con la persecución religiosa, por lo cual el futuro político del gobierno sandinista será muy sombrío.
No sólo Ortega ha anulado la libertad de prensa, la libertad de partidos, sino que ahora también quiere anular la libertad religiosa, para imponer los criterios del régimen, y esto nos lleva a un pronóstico muy incierto sobre el futuro de esta nación.
Espero que el socialismo promulgado en algunos países democráticos, no siga el ejemplo de Nicaragua, y busque los cambios por la vía pacífica y de libertades, porque toda anulación de libertad lleva la esclavitud, y toda esclavitud conduce a la nación al fracaso. Aunque la iglesia cristiana no debe intervenir en política (pues debe ser apolítica), tiene el deber, proféticamente hablando, de denunciar los abusos contra la libertad y las malas acciones de los gobernantes, así como defender los principios evangélicos emanada de la Biblia.
Aunque soy evangélico, debo de orar por los católicos de Nicaragua, y espero que el Papa Francisco se pronuncie, respaldando a sus líderes, que hoy son encarcelados, encerrados en sus casas y se le prohíbe al pueblo el expresar la libertad de culto.
Unidos Contra la Apostasía 