Mario E. Fumero
Uno de los sueños mas grandes que tenemos todos los latinoamericanos es poder tener un gobierno integro, cabal y honesto. Tal parece que según avanzan los años esta realidad se vuelve cada vez más utópica. Estamos viendo el deterioro de la política latinoamericana debido a varios factores; el populismo de líderes carismáticos, la corrupción generalizada, la decadencia en valores, la proliferación de mentiras y, sobre todo, las contradicciones entre el dicho y el hecho.
La política latinoamericana esta en crisis. Esto se puede ver al descubrir que apenas un 40% de los que pueden ejercer el derecho al voto participan en los comicios electorales. Al indagar por las causas de tal indiferencia, la gente en su mayoría responde: “Porque todos son mentirosos y corruptos, solo buscan el poder para enriquecerse”. Quizás esta afirmación sea injusta, porque no todos son corruptos. Sin embargo, es sabido que solo llegan al poder aquellos que tienen padrinos poderosos y que están comprometidos muchas veces en la defensa de ciertos intereses creados por una minoría.
Desearía un gobierno ideal para esta nación, pero ¿Cuál seria las características de este gobierno? Este debería ser un gobierno pequeño, pero funcional, en donde se invirtiera más en el bien común (salud, educación, infraestructura, agricultura, vivienda) de la población que en la burocracia estatal que absorbe la mayor parte del presupuesto de los países. Sueño con gobernantes apegados a la verdad, que no prometan lo que no pueden cumplir. Que antes de hablar o decir algo, analicen si es coherente lo que expresan con la realidad actual del país. Todos sabemos que los gobernantes, al ser electos, quedan atado a fuerzas e intereses internos y externos. Que no es lo mismo verlo de lejos, que estar adentro. Necesitamos líderes coherentes con la realidad nacional y que tengan un claro ideario político. Hombre que no cedan ante lo injusto, que no se vendan, y que no claudiquen de las decisiones que tomen, si estas son justa y acertadas. Gobernantes que sean fieles ejemplo en lo administrativo y familiar. Que como dice la Biblia “todos líderes que desee gobernar tenga primero orden en su propia vida y su casa”. Es necesario que este gobierno ideal funcione en base a la capacidad del individuo en la tarea encomendada, y no por intereses partidistas. Que estén dispuesto a sacrificar comodidad y prosperidad por mejorar a sus subalternos. Que no acepten regalos que les comprometan, y que no usen el poder para enseñorearse, sino para servir a los mas débiles. Un gobierno en donde la igualdad rija para todos, y no para un grupo privilegiado a través de estatutos o convenios que conceden prebendas no igualitarias, porque así lo dice la constitución y así lo propusieron nuestros próceres.
Necesitamos un gobierno en donde los tres poderes (ejecutivo, judicial y legislativo) sea austero, prudente y con valores morales y espirituales. Que piense más en los demás que en sí mismo. Que no hagan de su función un “modus vivendus”, sino una oportunidad de servir a la patria y al prójimo con entrega absoluta, sin mentira ni engañar. Unos poderes en donde la transparencia sea no un dicho, sino un hecho. Un gobierno de hombres y mujeres honrados, que conozcan la realidad del pobre de cerca, y no por estadísticas. Un gobierno sin color, ni bandera política, cuyo fin sea honrar a Dios y a la Patria. Un estado laico, pero no profano. Un sistema judicial equitativo en donde no solo caigan preso los pobres y deje en libertad a los ricos y poderosos. Un congreso que legisle para el pueblo y no para los intereses económicos dominantes. Un estado donde el derecho este definido por los deberes, y en donde la libertad no se convierta en libertinaje para permitir la degradación social, la inmoralidad o la calumnia a la dignidad de las personas. Un estado en donde la prensa no busque usar los errores de los líderes políticos para hacer leña del árbol caído. En donde todo trabajemos por hacer prevalecer la verdad y la justicia acompañada de la integridad. Un estado sin privilegios, sin sobornos, sin chantaje, sin abusos de poder, sin desigualdades. Pero ¿Es posible lograr este ideario?
Tenemos que romper con la idea de que esto no tiene remedio, que esto no puede cambiar, que no hay salida. En estos momentos debemos orar y buscar a hombres y mujeres que no se dobleguen antes los poderes económicos dominantes. Que puedan hacer la diferencia, que puedan conducir a esta nación por otros derroteros. ¡Sí!, es posible un cambio, pero para ello debemos aspirar a buscar entre un mundo degradado por la miseria y la corrupción, a estos hombres y mujeres que como ya dije, marcaran la diferencia entre el ayer y el hoy de nuestra nación.