José Daniel Espinosa Contreras

Ayer fue un día muy negro y triste para España. Evitando a toda costa el debate, haciendo oídos sordos a los criterios científicos y aprovechando que todo el mundo está pensando en fiestas, regalos y sorteos de navidad, el Congreso aprobó por la vía rápida la «ley trans». En resumen:

1. Se permite el cambio de sexo en el Registro Civil sin necesidad de informe ni tratamiento médico a partir de los 14 años.

 2. Las escuelas son obligadas a promover programas de ideologías LGTBI entre alumnos, personal educativo y familias.

3. Niños de 12 a 16 años pueden ya solicitar modificaciones genitales.

4. Se obliga a todos los medios de comunicación social a respetar y aprobar el discurso LGTBI. Además, las autoridades se reservan el derecho de eliminar cualquier contenido discordante con esta narrativa.

5. Cualquier menor de edad que se identifique como persona trans podrá cambiarse el nombre aunque no haya solicitado el cambio de sexo en el registro.

6. Los profesores son obligados a dirigirse a los alumnos trans por el nuevo nombre elegido y aprobado en el registro.

7. La ley trans viola la presunción de inocencia. Se invierte la carga de la prueba. Ahora será el acusado el que deba demostrar que no ha hecho algo de lo que le acusan.

8. Cualquier violación a esta ley que se considere muy grave podrá ser multada con hasta 150 mil euros y conllevar la pérdida de subvenciones, ayudas públicas, trabajo o cierre de establecimientos.

9. Las «terapias de conversión» quedan absolutamente prohibidas, incluso si es la persona trans quien la solicita.

Estamos ante una ley mordaza y absolutamente dictatorial. La iglesia se convierte así en el blanco fácil de un nuevo «Comité de Inquisidores» que dictaminará, bajo graves penas, lo que todos debemos creer y juzgar correcto. Ya avisé sobre esta inminente realidad 4 años atrás en mi blog y en otros medios digital. Puedes verlo, por ejemplo en: https://josedanielecblog.wordpress.com/…/que-sera-de…/

Hasta hoy, la iglesia en España había ido sufriendo un progresivo silenciamiento y una sutil persecución casi imperceptible. Ahora, la persecución contra la iglesia se hará mucho más evidente y agresiva. Con todo, ¡no claudicaremos! Jesús nos advirtió que tiempos como este llegarían cuando dijo: «Y aun ante gobernadores y reyes seréis llevados por causa de mí […] Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre» (cf. Mateo 10:16-22) o «Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán» (Juan 15:20). Seremos «perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos» (2 Corintios 4:9). Amada iglesia del Señor, recordad las palabras de nuestro único Soberano: «Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos» (Mateo 5:10). Aquí permaneceremos firmes, contra la corriente impía de este mundo, sabiendo que «ni las puertas del Hades» podrán detener el avance de la iglesia (cf. Mateo 16:18). ¡Jesús es el SEÑOR.