Mario E. Fumero
Una vez que nacemos de nuevo, debemos buscar la comunión continua con Dios a través del conocimiento de la Palabra, estudiando las Sagradas Escrituras, y adorando a Dios, con reverencia, dándole honra y gloria a su nombre, y proclamando su grandeza, y anunciando sus maravillas y misericordia. Un elemento vital en el culto cristiano es la adoración, pero ¿Qué es adoración?
DEFINIENDO ¿QUÉ ES ADORACIÓN?
Vamos analizar detenidamente el vocablo “adoración”. Esta palabra en el N.T. procede del griego “proskuneo” cuyo sentido literal es «postrarse delante» o «arrodillarse delante». La adoración no es una oración, ni un cántico, ni una determinada posición o expresión, sino “que es un todo”[1]. Tiene que ver más con una actitud del espíritu, que, con una expresión vocal, aunque contiene elementos de “alabanza”, como es la exaltación o elogio a alguien que tenemos en alta estima (Deuteronomio 10:21).
Debido a que es una acción interna e individual, envuelve una reverencia hacia todo lo que es el culto, y nace como producto de una experiencia personal. Los cristianos adoramos constantemente al Señor, no solo en el culto, sino los siete días de la semana, y en todo momento (Hechos 16:25[2]). Cuando se reúnen formalmente en la iglesia, el énfasis esencial debe ser adorarle individualmente y colectivamente, tanto con oraciones, testimonios, ofrendas o aprendiendo la Palabra, y cantando himnos, salmos y cánticos espirituales (Efesios 5:19).
¿DÓNDE DEBEMOS ADORAR AL SEÑOR?
¿Estará limitada la adoración a un culto dentro de un edificio llamado iglesia? ¡NO! la oración no depende de un lugar, es por ello que Jesús en su encuentro con la samaritana dio una lección al decirle: «Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre» Juan 4:20-21.
Con estas palabras Jesús estableció que la adoración a Dios no se debe limitar a una localización geográfica, ni a las leyes del antiguo testamento ni a una liturgia evangélica, sino que al ser Dios «Espíritu y Verdad», no puede vivir limitado a un templo, catedral, salón o local porque donde quiera que clamemos, allí está y para adorar no hay mas limitación que la que tú mismo te impongas. Para Jesús, la separación entre judío y gentil no era relevante – ni tampoco el buscar el templo de Jerusalén para adorar a Dios. Cristo consiguió acceso equitativo para todos a través de Él, y fue por eso que al morir, el velo del templo se rasgó en dos, (Lucas 23:45) y ya tenemos libre acceso al padre por medio del hijo.
CUANDO LA ADORACIÓN SE ADULTERA
En estos últimos tiempos el término “adoración” se ha adulterado, para convertirse en la acción de tener conciertos, más parecido a expresiones artísticas preelaboradas, que una acción espontanea del pueblo de Dios. Este vocablo está explotado y desvirtuado, dándosele un énfasis incorrecto y mercantil. Es por ello que cuando decimos que vamos adorar al Señor, todo el mundo se pone de pie para entonar un cántico. Hemos llegado al extremo de clasificar lo que cantamos bajo dos estilos; cantos de gozo, que son aquellos himnos y coritos movidos, y cantos de adoración los lentos que envuelve meditación. Con ello hemos elaborado una liturgia rígida y rutinaria, donde el devocional es esquematizado. Lo peor de todo es que la mayoría de estos canticos no tienen contenido teológico y a veces hasta con mensajes heréticos.
¿Para qué cantamos en el culto? El cántico o himno en el culto tiene dos propósitos específicos según las enseñanzas bíblicas.
1º. Tiene como propósito exaltar a Dios, reconociendo sus bondades, cualidades, misericordia y acciones con nosotros. Esto lo podemos ver en los diversos Salmos de la Biblia.
2º. Como una forma de dar testimonio de lo que ha hecho en mi vida, en este aspecto se convierte el cantico en un testimonio público del quehacer de Dios en mi vida, o en la vida de su pueblo. También vemos esto en algunos salmos, como por ejemplo el 51.
EL GRAN NEGOCIO DE LA ADORACIÓN
En torno al término “adoración”, se ha montado un tremendo negocio “marketing”[3], lo cual ya es una industria religiosa. La gente cree que la música cristiana es un elemento que trasmite “unción y bendición”, sin que las personas hayan experimentado un nuevo nacimiento. El cantar puede ser una expresión espiritual o de testimonio, pero ahora es una expresión artística similar a los esquemas del mundo. Sin embargo, en la iglesia primitiva el cántico era un complemento, y no una esencia.
Hoy en día la mayoría de los cultos emplean más tiempo en cantar, que en aprender de la Palabra de Dios. Dentro de la liturgia evangélica moderna, el devocional (como le llaman al cantar) absorbe la mayor parte del culto, y tristemente, los testimonios y manifestaciones espontáneas de los presentes dentro del quehacer de la iglesia han desaparecido. Podemos decir que el culto evangélico en las iglesias modernas está bien esquematizado y programado, a tal grado, que se ha convertido en todo un arte, en donde muchas veces se usan técnicas de manipulación colectiva[4].
LA MÚSICA EN EL A.T.
En el Antiguo Testamento se habla mucho del cántico y del uso de instrumentos dentro del culto del tabernáculo (Salmo 149:1), aunque si analizamos la liturgia antigua testamentaria, la parte más importante del culto era el sacrificio y la intercesión de los sacerdotes en el tabernáculo o templo, por los pecados del pueblo o las personas (Levítico cap. 3).
La primera vez que se menciona el cántico a Jehová en la Biblia, ocurrió cuando María, la hermana de Moisés, mandó al pueblo a cantarle a Dios (Éxodo 15:21). En Génesis 4:21 se menciona a uno de los descendientes de Enoc, llamado Jubal, como el que inventó los instrumentos musicales, pero no fueron para el culto, sino para la convivencia y celebraciones de las fiestas en la comunidad.
El cantar dentro del culto no fue ordenado por Dios en el decálogo, sino que fue introducido por influencias culturales, al igual que la danza, la cual aprendieron y trajeron de Egipto. Veamos cómo mientras Moisés recibía la tabla de los diez mandamientos, el pueblo cantaba y danzaba alrededor de un becerro de oro (Éxodo 32:17-18) y Dios le habló a Moisés advirtiéndole lo que ocurría, porque tristemente, los hebreos llevaban dentro de sí el germen de las costumbres mundanas de Egipto (Deuteronomio 9:12-13).
LA MÚSICA EN EL N.T.
En el N.T. lo primero que encontramos es el hecho de que los sacrificios cesaron, el velo del templo se rasgó (Marcos 15:38) y se hizo presente un sumo sacerdote eterno (Hebreos 4:14), que hizo sacrificio por todos los pecados del mundo una sola vez, y para siempre (Hebreo 9:26). En la iglesia de los Hechos el centro del culto era la Palabra de Dios, y la exhortación entre los hermanos. El cantar fue una expresión espontánea de gratitud (Colosenses 3:16). Además de cánticos espirituales, que eran expresiones espontaneas, habían algunos himnos, lo cual hacía alusión a la entonación de algunos Salmos (Efesios 5:19). El mismo Jesús, el día en que se despedía de sus discípulos, después de partir el pan y el vino, dice la Biblia que cantaron el himno (Marco 14:26), pero este hecho fue puntual y no rutinario y noten que no fue cualquier himno, sino uno relacionado con la festividad de la pascua[5].
En la iglesia primitiva se enfatizaba una comunión entre los hermanos fundamentada en el estudio de las Sagradas Escrituras mediante una transmisión oral y directa, pues todavía no existía el canon bíblico[6]. Es bueno entender que aunque existían los rollos del Antiguo Testamento[7], no fue hasta después del año 95 d.C. que se comenzó a compaginar el canon nuevo testamentario, pero ya desde antes se hacía referencia en las iglesias a las cartas o epístolas enviadas por los apóstoles a las diversas iglesias, de lo cual hace alusión San Pedro, hablando de una de las cartas o epístolas de San Pablo cuando dice; “Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición” 2 Pedro 3:15-16.
Posteriormente aparecen los libros del N.T. pero en esta etapa de persecución y falta de pergaminos, los cristianos le daban mucha importancia a la transmisión oral, el testimonio y la solidaridad con los necesitados, aunque aparecen escritos de los padres de la Iglesia en los primeros 300 años del cristianismo haciendo referencia a citas bíblicas del N.T.[8] interesándose por el conocimiento de la Palabra dentro de las limitaciones históricas.
UNA ADORACIÓN AL REVÉS
Hoy todo es al revés, la adoración es un negocio, el arte es la parte esencial del culto, y la Palabra de Dios se ha vuelto insípida, por no decir ignorada. Debido a ello, tenemos una generación de cristianos que sólo buscan la iglesia para entretenerse, y no para entregarse al servicio del Señor. Además, se proliferan muchas herejías, producto de la triste avaricia de los malos ministros (2 de Pedro 2:3) que están haciendo mercadería de los creyentes, falsificando y adulterando la Palabra de verdad (2 Corintios 2:17, 4:2). Es bueno retomar y entender que una adoración verdadera, envuelve todo el quehacer en torno a reverenciar al Señor, desde el momento en que me levanto, al leer la biblia, al ayudar al necesitado, al orar, al servir al prójimo, y cuando comparto mi pan con el hambriento, y proclamo su palabra, todo lo que hago y aun mi vida debe ser una completa adoración.
NOTAS.
[1] -Los magos adoraron al Señor con oro, incienso y mirra, y no le llevaron un concierto (Mateo 2:11).
[2] – Noten que en este pasaje Pablo y Silas estaban presos en una cárcel, no tenían instrumentos, pero cantaban himnos para testimonio del Señor y adorarle en momentos difíciles.
[3] -Marketing es un concepto inglés, que se traduce al castellano como mercadeo o mercadotecnia. Se trata de la disciplina dedicada al análisis del comportamiento de los mercados y de los consumidores. El marketing analiza la gestión comercial de las empresas con el objetivo de captar, retener y fidelizar a los clientes.
[4] – En sentido literal, según el Diccionario de la Academia Real, “manipular” significa “operar con las manos o con cualquier instrumento” (¿algo así como “manosear”?). En su significado que nos interesa, se define como “acto de intervenir con medios hábiles y, a veces, arteros, en la política, en el mercado, en la información, etc., con distorsión de la verdad o la justicia, y al servicio de intereses particulares”. Esencial al concepto es el irrespeto a la persona, al derecho y la autodeterminación de su víctima. Manipular es jugar con el pensamiento, sentimiento y conducta de otras personas. Tomado de Juan Stam, 14 AGO 2010 “Mecanismos de manipulación en las iglesias”
[5]-Al final del servicio de Pesaj, se acostumbraba recitar o cantar el Alel o «Halel» (Salmos 115 al 118 ), luego el «Gran Alel» (Salmo 136), y tomar la cuarta copa de vino. Mateo escribe: «Y cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos» (Mateo 26:30). El himno posiblemente fue uno de los salmos Alel, lo más probable, el Gran Alel, con el cual concluía la cena ritual.
[6] Canon: de origen griego, ουσ. κανόνας, κανόνες ;caña de medir, regla, principio, dogma, doctrina. El Canon Bíblico es el conjunto de libros de la historia del pueblo judío que la tradición judeocristiana considera divinamente inspirados y que por lo tanto constituyen la Biblia. El canon bíblico cristiano está constituido por los cánones del Antiguo y Nuevo Testamento.
[7] – En sus diversas formas gramaticales, las palabras griegas bi·blí·on y bí·blos aparecen más de 40 veces en las Escrituras Griegas Cristianas, y por lo general se traducen “rollo(s)” o “libro(s)” haciendo referencia al A.T.
[8] – Los Padres apostólicos no suelen citar los Libros Sagrados del Nuevo Testamento por los nombres de sus autores. Pero sus escritos están plagados de citas y de alusiones al Nuevo Testamento, de tal modo que sus testimonios son considerados como ciertísimos. En los escritos de dichos Padres se encuentran citas de casi todos los Libros del N. T., si exceptuamos las epístolas de Filemón y 3 Jn 14. Todas las citas y alusiones a los libros del N. T. que se encuentran en los Padres apostólicos han sido recogidas por F. X. Funk, Patres apostolici (Tubinga 1901). Cf. J. B. Lightfoot, The Apostolic Fathers (Londres 1890, primera parte; 1889, segunda parte); B. Steidle, Patrologia seu historia antiquae litteraturae ecclesiasticae (Friburgo 1937); B. Altaner, Patrologie (Friburgo 1950). También se puede consultar la obra The N. T. in the Apostolic Fathers, editada por un comité de la Oxford Society de Teología histórica (Oxford 1905).