Mario E. Fumero
El país se debate en una inquietante expectativa frente a la posibilidad de que, en la elección de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, aparezcan debajo del Congreso, grupos de choques de las diferentes tendencias política existentes, reclamando el establecimiento de una Corte Suprema imparcial, pero la vez, favorable a ciertos intereses políticos de algunos partidos, que tradicionalmente han manipulado la elección de los magistrados.
Honduras necesita, hoy más que nunca, un sistema de justicia no politizado, que pueda ejercer sus funciones sin dejarse manipular por ninguno de los otros dos poderes del estado (El ejecutivo y el legislativo) y en donde los delincuentes no tengan que ser llevado a otro país para ser juzgado, porque los que ejercerán la función de magistrados actuarán imparcial y correctamente, sin ningún matiz político. Es por ello que se nombró una comisión nominadora que estudió a fondo la hoja de vida de cada uno de los posibles candidatos.
La comisión nominadora enviará al congreso 45 nombres de personas que podrían ocupar los 15 puestos de la magistratura de la Corte Suprema de Justicia, y claro está, a la hora de debatir, nombre por nombre, entre los diputados habrá contienda, porque cada corriente política tratará de establecer a aquellos que son favorables a sus intereses, por lo cual, cada partido tratará de llevar agua a su molino.
Frente a esta realidad yo hago la siguiente pregunta: ¿Cómo evitar que esta crisis de la elección de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia no se enturbie con actos violentos, y una mayor división dentro de la sociedad hondureña? La solución es sencilla, debemos de adoptar una fórmula salomónica, que evite la polarización en estas elecciones, y me viene a la memoria de un hecho bíblico que nos puede salvar de esta crisis, y la cual podemos aplicarla, para solventar esta amenaza que puede desestabilizar al gobierno.
En la Biblia se registra la elección de un apóstol que sustituyó al traidor de Judas Iscariote, el cual se ahorcó después de sentirse culpable por haber entregado a su maestro, Jesús, en las manos de sus enemigos. En esta ocasión, los once apóstoles se reunieron con los demás discípulos para escoger a uno que ocupará en lugar del traidor, y para evitar conflictos y desavenencias, decidieron elegir al sustituto echando suerte, y la misma cayó sobre un discípulo llamado Matías.
Partiendo de este hecho, sería una fórmula salomónica que en la elección de la corte suprema, se colocarán en un canasto con los 45 nombre propuesto por la comisión, en un sobre sellado, y de forma individualizada se sacarán 15 tarjetas, conteniendo el nombre de los candidatos que serían electos para la corte de justicia y entonces, los diputados escogerían entre esos 15, quien presidiría la misma, o también podría elegirse al presidente de la misma determinando que el al primer sobre sacado sea el que la presidirá, y tomando 14 sobre más de los 44 restantes, de determinar el resto de los candidatos que formarían parte del tercer poder del estado, y así no habría influencias políticas, ni discusiones qué originen un conflicto social, por lo que evitaríamos la polarización de los grupos que estarían en las instalaciones del congreso, amenazado un choque confrontativo que podía dejar posiblemente heridos y muertos.
El echar suerte sobre los 45 postulante es la forma más sabia y prudente de escoger a las personas ya cualificadas, para que formen la Corte Suprema de Justicia sin que en ello haya partidismo, y entonces, tendríamos la garantía de que no existe una influencia política, y, por lo tanto, la suerte determinaría el destino de ese poder del Estado.
Creo que, al fin y al cabo, la comisión determinó a las personas más capaces para ocupar este poder del estado, y los evaluaron en todos los aspectos, y no cabe duda que salga quien salga, tendremos una corte de justicia a la altura de la circunstancia, en dónde la mano de los políticos no ha intervenido y por lo tanto, esto ayudará a mantener la paz social.