Mario E. Fumero
Honduras está viviendo uno de los momentos históricos más terribles de estos últimos años. Hemos visto, como nunca antes, como los incendios forestales y la contaminación ambiental ha alcanzado niveles alarmante a nivel nacional, afectado a la población, a un punto tan grave que se cataloga la situación climática del país como sumamente peligrosa para la salud del pueblo, y ello debido a la destrucción del entorno ecológico, y todo ocurre debido a las malas costumbres ancestrales de pegarle fuego a la tierra para sembrar, además de las manos criminales de pirómanos y de intereses, que destruyen los bosques, para hacer colonias o realizar otro tipos de cultivos.
Pero no solamente Honduras arde en el sentido físico de los incendios forestales, sino que también arde en una confrontación interna, que divide y polariza la sociedad en una lucha partidista, entre las diversas tendencias ideológicas que se debaten en el país.
Por otro lado, Honduras padece una secuela de una crisis internacional, que repercute en su economía, como es la inflación y el aumento del costo de la vida que dispara la pobreza a cifras alarmantes, un fenómeno que se extiende por todos los países del tercer mundo, lo que indica que Honduras está bajo un fuego de una lucha ideológica entre capitalismo y socialismo, tanto en lo político, como en lo económico.
No podemos culpar al gobierno de turno de todas las crisis existentes, aunque sí de las medidas que adopta a la hora de enfrentarlas. Estamos viviendo tiempos caóticos donde el fuego se extiende por las calles de las ciudades con las quemas de llantas de la gente, en protestar por las fallas de la ENEE, lo cual, junto al terrible calor, y los incendios, sumerge en oscuridad y angustia a muchas colonias.
Los apagones existentes no son culpa del gobierno de turno, sino de la falta de una planificación adecuada que a largo plazo se debería de haber hecho, considerando el crecimiento poblacional, y el aumento de las demandas energéticas, pero en lo que sí no cabe duda, es que parte de la problemática actual radica en colocar a personas incapaces en impuestos importantes, no por su capacidad intelectual en la materia, sino por su color político, lo cual agrava la situación ya heredada de gobiernos anteriores.
A la hora de gobernar un país, no debe prevalecer el color político, sino la capacidad humana, y no debemos pensar que, al gobernar un país, lo debe hacer el partido que gane las elecciones, sino que los gobernantes deben pensar como pueblo, sin importar la ideología de turno, pues debe ser gobernar técnicamente, y máximo cuando estamos viviendo una crisis mundial que ponen en peligro la estabilidad económica de la nación.
Dios nos dio la tierra por herencia, y es deber de todos cuidarla, pero tristemente la falta de conciencia en una educación ecológica y políticas coherentes, ha convertido a esta bella nación en un país en llama, donde el humo lo cubre todo, y la gente sufre las consecuencias del deterioro climático.
Espero que el Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, y nos mande pronto las lluvias que apague el fuego, porque por el camino que vamos, y con un sistema de salud tan deficiente, la situación climática le puede costar la vida a muchos niños y ancianos, sometidos a una alta contaminación ambiental que puede socavar su salud y conducirlos a la muerte. También se debemos hacer un llamado al gobierno, y a todas las autoridades, para comenzar una campaña de concientización sobre el peligro que hay si no frenamos el deterioro ecológico que sufrimos, y adoptamos medidas coherentes para evitar que la convivencia sea un infierno de calor y contaminación, como el que ya se está viviendo en estos tiempos.
Unidos Contra la Apostasía 