Un resumen bibliográfico de la historia de la Asociación Brigadas de Amor Cristiano extraído del libro “Remembranza”. Puede leer la historia del Proyecto Victoria.
Mario E. Fumero
Primera Edición 2001. Autorizada su reproducción para fines formativos y no lucrativos.
Diseño de Portada: Yuri Banegas. Hecho en Honduras.Talleres Litográficos de Edigrafic, S de R.L____________________________________________________________________________
PROLOGO
Este es un resumen de la segunda parte de mi libro biográfico “Remembranza” y en el cual relato aquellas experiencias más preciosas de mi vida y ministerio en Honduras, desde el año 1971 hasta el 1980. Casi todo gira alrededor de las Brigadas de Amor Cristiano y el Proyecto Victoria, dos de mis mayores trabajos en este país.
Quiero hacer constar que para no hacer un relato demasiado extenso y aburrido, trato de simplificar los hechos lo más posible, omitiendo muchos nombres y detalles que en sí no tienen importancia, y tratando de tomar tan sólo aquellos que han sido trascendentes en mi vida; ya que si fuera a relatar todo lo ocurrido con sus múltiples detalles necesitaría muchos volúmenes y como dice Salomón «El hacer muchos libros es algo sin fin, y el mucho estudio fatiga el cuerpo.» (Eclesiastés 12:12)
Espero que estas experiencias sirvan de bendición para vuestras vidas y podamos comprender que servimos a un Dios vivo y poderoso que hace cosas maravillosas.
Mario Fumero.
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Capítulo -I-
UNA VISIÓN FUERA DE TIEMPO
«Entonces el Rey dirá a los de su derecha: «¡Venid, benditos de mi Padre! Heredad el reino que ha sido preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis; estuve desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; estuve en la Cárcel, y vinisteis a mí.» (Mateo 25: 34-43)
Durante mi etapa de evangelista misionero (1964-1970) tenía asumido que al casarme no podría estar viajando tanto, que debía concentrarme en un lugar determinado e iniciar un trabajo más limitado a un área específica para poder atender a mi familia. También fui consciente que a la organización a la cual pertenecía, «LA BIBLIA ABIERTA«, no tenía obra en Centro América, por lo que debería trasladar mis credenciales a un movimiento que trabajara en estos países. Para ello escribí a la «OPEN BIBLE STANDARD MISSIONS» el día 23 de Enero del 1969 y le expliqué al hermano Bryant Mitchell mi problemática, recomen-dándome que le expusiera el Rev. Isbill (superintendente) mi situación, tramitándose así el traslado de mis credenciales al Concilio de las Asambleas de Dios, donde se me reconoció como ministro ordenado el 16 de septiembre de 1969. Esto me ayudaría para que cuando me estableciera en Honduras, tuviese el apoyo de las Asambleas de Dios, ya que había trabajado con ellas en Perú, Chile, y Bolivia.
En Honduras, hice contacto con el ejecutivo de las Asambleas de Dios (1972) solicitando mi incorporación, y exponiendo mi visión. Inmediatamente inicié un trabajo con los jóvenes de las diferentes iglesias en Tegucigalpa para formar una asociación que se llamaría «AUJE» (ASOCIACIÓN UNIDA DE JÓVENES EVANGÉLICOS). El objetivo era llevarlos a los lugares remotos para ayudar a los campesinos, evangelizar por medio de una acción social, alfabetizando, haciendo letrinas, ayudándoles médicamente etc. Las cosas iba bien, pues los jóvenes vivían aletargados en una estructura en que sólo iban los sábados a la sociedad de jóvenes, daban una cuota, cantaban, se les predicaba y nada más, mientras que en el entorno social había una terrible necesidad en todos los aspectos.
El misionero Bent La Font me pidió que colaborara en el Instituto Bíblico de las Asambleas en San Pedro Sula, donde comencé a dar clases. A través de los años y de las realidades vividas tenía muy clara la visión para la iglesia en los países del tercer mundo. Hacía falta una iglesia que rompiera los tabúes del super-espiritualismo, y se comprometiera a trabajar para mejorar su entorno social, sin involucrarse para ello en alineamientos políticos, pues para ser samaritano, no hace falta ninguna bandera ideológica, política o teológica. La idea de formar a la juventud con una disciplina militar, como los Embajadores del Rey o en la actualidad era mi objetivo, para de esta forma llevarlos a trabajar a los campos, en una evangelización fundamentada más en hechos que en dichos, y aplicar el principio de un discipulado cristiano profundo, como el Señor me lo había revelado en mi experiencia en Argentina. Esta visión la compartí en mis clases del Instituto. Todo esto rompía el molde clásico y tradicional de las Asambleas de Dios en Honduras, la cual vivía con una mentalidad anticuada respecto a la realidad social existente, (al igual que las demás iglesias pentecostales) siendo ésta una de las causas por lo cual la obra sufrió divisiones y crisis internas, pues dentro del cuerpo ministerial habían hombres, e incluso misioneros, con una visión de cambio hacia el futuro. Ese mismo año, 1972, fui a la convención de las Asambleas en donde se me iba a entrevistar para considerar mi petición de ingresar al cuerpo ministerial como misionero, pues venía respaldado por el Distrito Hispano del Este de las A.D. de New York. En la entrevista se me afirmó que sólo podían darme las credenciales de «obrero nacional», que después de un tiempo me darían la de ordenación, y que no se me consideraría como misionero, porque según ellos «no venía recomendado de Springfield» (sede de los misioneros norteamericanos que vienen acreditados por el concilio). Frente a este planteamiento dejé el asunto en suspenso para consultar con mi Distrito, ya que no era justo tal proceder, pues tenía que entrar al ministerio como obrero nacional, no considerándose mis credenciales, que eran de Springfield y del Distrito Hispano del Este, como válidas porque «no tenía un reconocimiento oficial».
En vista a esa situación me puse en contacto con el secretario de misiones del Distrito, el Rev Ricardo Tañón. Éste me dijo: . Después visité las oficinas del Distrito en el Bronx y hablé con mi Superintendente, Rev. Adolfo Carrión, el cual me dio su apoyo para que siguiera adelante en mi trabajo misionero. A fines de 1972, el hermano misionero La Font me dijo que no podía seguir enseñando en el Instituto Bíblico, porque algunos miembros de la junta se oponían, pero esto no me desmoralizó.
Desde el año 1966 tenía un programa en la Emisora H.R.N. «La Voz de Honduras», los domingos a las 6 de la tarde, llamado; «UN MENSAJE DE ACTUALIDAD», y se escuchaba en todo el país. Por medio de este programa recibí una carta de un hermano de la Aldea del Rincón, Dpto. de Valle, llamado Ignacio. En ella me notificaba que escuchaba mucho este programa, pero que no había evangelio en esa aldea, y que deseaba que fuese a predicar. Así que con mi esposa comenzamos a ir, predicando al aire libre, formándose una Iglesia. Cada semana recorríamos 170 Km. de ida para predicar, esto me dio ánimo en los momentos de lucha que tenía contra la oposición de mi propio movimiento.
En Tegucigalpa había formado un grupo de jóvenes de las Asambleas, para trabajar en los campos, pero un miembro de la junta rectora comenzó a levantar la calumnia de que yo era comunista y que quería introducir dentro de las iglesias ideas «revolucionarias y militaristas» y, como no había aceptado el tomar las credenciales de obrero nacional, algunos pastores me hicieron la guerra, recomendando a todos los ministros que no me dieran el púlpito o me apoyaran. Se les prohibió a los jóvenes que no me ayudasen. Recuerdo que había dos chicas de la Iglesia Bethesda del Manchén (Sandra y Sonia) que porque estaban conmigo, el pastor les puso disciplina. Yo les dije que dejaran de ayudarme, pero ellas se sintieron muy heridas por esa injusticia, y se salieron de la iglesia. Ésta fue la etapa más difícil de mi vida, sólo hubo un pastor de las Asambleas de Dios que me apoyó: el hermano Andrés Osorio, del templo La Hermosa en Comayagüela, pero tuvo que pagar el precio del rechazo de algunos de sus compañeros. También el hermano La Font me ayudó mucho, y cuando trataron de ponerme en mal con las oficinas de los Estados Unidos, él dio buenas referencias de mí.
Allí estaba, a principios del 1973, aparentemente fracasado. Todas las iglesias de las Asambleas me habían cerrado las puertas. La junta rectora me tenía como una persona con «ideas raras», y no comprendían que la acción social era el único freno al avance del comunismo y la miseria. Este presentaba a la iglesia como opio, al permitir en su entorno la miseria, ignorancia, abandono, insalubridad, etc. y solo actuando con el amor de Dios podíamos demostrar lo contrario.
Yo soñaba con una legión de jóvenes que invirtieran sus energías en trabajar en los campos, predicando con sus vidas, ayudando al indígena y campesino a mejorar su salud, a leer y escribir, a hacer mejores casas etc. y ayudar a todos los necesitados. Para mí era más importante que los jóvenes fueran los fines de semana a los lugares necesitados, aunque en sus edificios de reuniones hubiera menos gente, que mantener un esquema arcaico, que no le permitía a la iglesia crecer en medio de tanta miseria. Estaba convencido que los jóvenes cristianos podían ser de bendición en los campos necesitados de Honduras, ya que esta acción les daría motivación, visión y amor por el perdido y sus necesidades. Era tan importante separar a los jóvenes de la tradición y el estancamiento, que organizamos campamentos y actividades para potenciar sus energías, agresividad y capacidad de forma positiva para el Reino de Dios. Pero mi visión estaba fuera de tiempo.Las iglesias pentecostales habían vivido muchos años en una espiritualidad que les desconectaba de la realidad social, y esto no se podía cambiar de la noche a la mañana. Había que hacer conciencia de que:»Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada? No vale más para nada, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad asentada sobre un monte no puede ser escondida. Tampoco se enciende una lámpara para ponerla debajo de un cajón, sino sobre el candelero; y así alumbra a todos los que están en la casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, de modo que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.» (Mateo 5:13-16). Esto nos tenia que llevar a un compromiso social con los pobres y perdidos que viven en el abismo de los vicios y pecados.
Capítulo -II-
LAS AVENTURAS EN COPÁN
«Me hice débil para los débiles, a fin de ganar a los débiles. A todos he llegado a ser todo, para que de todos modos salve a algunos. Y todo lo hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él.» (1 Corintios 9:22-23)
A principios del 1973 visitamos a unos misioneros en Comayagua, con los cuales tuvimos mucha amistad, Daniel, Gabriel y otros chicos de “Avance Misionero”. Ellos trabajaban levantando una iglesia en esa ciudad. Establecimos con ellos unos hermosos vínculos de amistad, al igual que con Roberto y Sarai Rodríguez, supervisor de la Iglesia de Dios en Honduras y los cuales vivían en Tegucigalpa.
Un día recibí la grata visita del pastor de la iglesia Bahula del Bronx, el Rev. Emilio Benítez, el cual siempre apoyó mi ministerio, y planeamos, junto a estos hermanos, una gira evangelística por las montañas de Copán, para ir a predicar al Paraíso, Nueva Armenia y al Cisne finca de los hermanos Castejón. El Rev. Benítez jamás había montado caballo, aunque en realidad lo que nos dieron eran unas mulas. Yo me reía al ver el miedo que éste, junto a Gabriel y Daniel, tenían cuando estaban montados en las mulas, pues una de ella no quería caminar, se había declarado en huelga, y tuvimos que remolcarla. Cuando llegamos a una aldea cercana del Cisne, celebramos una campaña en la Iglesia de Dios de ese lugar. Yo había visitado toda esa zona en el 1966, junto al que en aquel entonces era el supervisor de la Iglesia de Dios, Enrique Aldama, un mexicano con el cual recorrí el territorio evangelizando.
Pasamos un tiempo muy especial. Recuerdo dos anécdotas que tuve con él en aquella ocasión: Fui con el misionero Enrique Aldama a una convención al Paraíso de Copán, y nos dieron a los dos una cama matrimonial, ya que no hay hoteles, y conseguir hospedaje era difícil. A media noche, cuando Aldama dormía profundamente, comenzó a soñar con su esposa, y me tiraba la pierna. Comencé a irme más y más a la orilla, hasta que terminé en el suelo. Desde entonces comprendí que uno no debe dormir cerca o junto a un hombre casado. Al otro día, era sábado, celebramos un enlace matrimonial, se casó a un pastor de esa zona. Después de la ceremonia, les arreglaron una cama en medio de un gran salón, y colocaron alrededor de la misma papeles de periódico, y allí dormirían los novios y por los contornos del salón, todos los invitados.¡Qué apuro pasaron los pobres! Cada vez que se movían, sonaban los papeles, y muchos estaban en vela, pendientes de lo que pasara. Fue la boda más divertida de mi vida, sin olvidarme de la que celebré en la aldea del Rincón varios años después, cuando casé al hermano Chanito. Ese día no había música, llegó el momento de la entrada de la novia, y como todo era tan simple, yo me quite un reloj con música que llevaba, busque la marcha nupcial, y la puse pegada al micrófono, así que tuvieron la marcha procedente del reloj que llevaba. Para algo sirvió la tecnología japonesa en una boda.
La otra experiencia que tuve en aquella ocasión con Aldama fueron las navidades que pasé en las montañas del Cisne, en diciembre del 1966. Al ser esta una aldea a más de ocho horas de distancia del pueblo más cercano, no era fácil conseguir cosas para comer, y ese año no había carne suficiente para las fiestas de navidad de la iglesia. Así que pedí prestado un rifle, y con unos hermanos me fui a ver si cazábamos un venado, cosa que nunca antes había hecho. Echamos los perros al monte, y nos pusimos en cier-tas partes por donde el venado podría pasar al ser espantado por los perros, acechando un buen rato. De pronto sentimos unos ladridos cercanos, sonaron unas ramas, y salió un gran venado, apunté el rifle calibre 22 que llevaba, y mientras le pedía a Dios que dirigiera la bala para poder comer carne con los hermanos esa noche, disparé. ¡Milagro! el animal cayo desplomado al suelo, la bala había hecho impacto entre los dos ojos, así que hubo fiesta en la iglesia ese día, y pude comer la mejor carne que jamás había probado, además me prepararon carne para todo el camino, pues la salaron, y secaron al sol. Fue en esa ocasión que aprendí a entender el sentido del texto de Mateo 5:13 «Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada? No vale más para nada, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres.» Ya que al no tener hielo, luz eléctrica ni refrigeración, con la sal podían conservar todo tipo de carne, evitando la corrupción de ésta. Así somos nosotros en este mundo, los que evitamos que el pecado se enseñoree de toda la humanidad, pues Jesús nos hizo SAL Y LUZ.
Allí estaba de nuevo, en esa aldea tan recordada, habían pasado siete años, y los hermanos contentos en tenerme con ellos, pero los que me acompañaban estaban agotados, y no tuvieron el ánimo de ir al culto ese día. En la reunión un niño llamado Juanito, de unos 6 años, cantó un corito y adoraba al Señor de una forma maravillosa. Éste se me acercó, y cuando fui a comer a casa del pastor, estuvo junto a mí todo el tiempo, haciéndonos buenos amigos. Al día siguiente iniciamos una campaña y iglesia estaba llena, predicó el hermano Benítez. Pero esa noche no vi a Juanito, por lo que pregunté por él, me dijeron que estaba malito con diarrea, y como este es un mal endémico de estas zonas, no le di importancia.
Al otro día, muy temprano en la mañana, vinieron a avisarme que Juanito había muerto. Esta noticia me llenó de tristeza, tan lindo y sano que se veía, y por una simple diarrea se deshidrató en 24 horas, sin tener a mano ningún recurso médico para salvarle la vida, pues estábamos a un día de camino del hospital más cercano. Los hermanos hicieron el ataúd, y esa tarde lo fuimos a enterrar. Esta realidad sacudió mi vida. Me hizo reflexionar sobre lo frágil que es la existencia en las montañas de América, por la falta de recursos médicos e higiene. Fue entonces que vi la inminente necesidad de que no sólo debíamos predicar de Jesús, su salvación, la sanidad divina y la nueva criatura, sino que debíamos enseñar también las reglas de higiene, hacerles ver que para evitar la contaminación de las aguas Dios ordenó a su pueblo en Deuteronomio 23:12-13, que deberían tener; «un lugar fuera del campamento, y allá saldrás. Tendrás también en tu cinto una estaca; y cuando vayas allí fuera, cavarás con ella y te darás vuelta para cubrir tu excremento». En las muchas montañas de Centro América la gente no tiene letrina, la materia fecal y los animales muertos están a la intemperie, los cerdos se alimentan del excremento humano, y al llover, las aguas arrastran estas a los pozos, arroyos y ríos, contaminándose las personas. Las moscas y mosquitos, muy prolifero en los climas tropicales, hacen de las suyas, esparciendo infecciones y parásitos. Entonces vi. claramente la visión de lo que más tarde serían las Brigadas de Amor Cristiano. Aquí perfilé una de las nuevas dimensiones de mi labor en Honduras.
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Capítulo –III-
LA REVELACIÓN QUE CAMBIO MI VIDA
«Dios ha elegido lo vil del mundo y lo menospreciado; lo que no es, para deshacer lo que es” (1 Corintios 1:28)
¿Te has sentido alguna vez desmoralizado, sin ánimo de nada y completamente fracasado?. Así estaba cuando comenzaba el año 1973. Me había quedado solo, todos mis ideales, de formar un grupo de jóvenes para ir a los campos, se habían desmoronado. Mí propio movimiento, me había cerrado los púlpitos, diciendo cosas de mí que no eran ciertas: Me acusaban de ser un espía de Fidel Castro, de tener ideas comunistas, etc, Entonces tuve ganas de coger el avión y salir de Honduras, pero mi esposa me animaba. Al empezar el trabajo, en la Aldea del Rincón, recobré ánimo, pero estaba muy solo, aunque el pastor Enrique Peñalva, de la Iglesia Santidad Central en Tegucigalpa me ofreció los salones de su iglesia, para que me juntara con otros jóvenes que estaban motivados con mi proyecto. Entre ellos estaba César Peña, de la Iglesia Bautista de Comayagüela, Benjamín Izaquirre de la Santidad, Nicolás Mejia de la Bautista de Miraflores y otros, aunque con ellos debía tener cuidado, pues podía ocurrir lo mismo que con las Asambleas, que sus pastores no interpretaran bien la visión y tuviesen problemas. Pero el pastor Enrique comprendió mi sentir y me ofreció todo su apoyo. Fue entonces que 4 de Enero del 1973 se levantó un acta definiendo nuestra posición en relación a las demás iglesia, mostrando que nuestro deseo era apoyar a las iglesias, y usar sus recursos para la evangelización y asistencia social de las zonas más necesitadas de Honduras
Un día estaba en la casa arreglando el jardín cuando llega Miguelito, un chico muy dinámico de la Iglesia El Buen Pastor de la Colonia Kennedy, acompañado de otros tres jóvenes, algunos de ellos con una pinta de «chavos» tremenda. Entramos a la casa, y Miguel llevándome aparte me dijo: Y comenzamos a conversar. Uno de ellos, de pelo largo y que vestía vaqueros, llamado Rafael me dijo: . Estas palabras me causaron tanta gracia que le dije: . Y Leonel, el más alto, replicó: . Y así conversé con los tres, sin entrar en un tema religioso profundo; después de un rato se despidieron y quedé en verlos por la Colonia Kennedy, en donde tenían su pandillita de «chavos». La mayoría de ellos tenían problemas de drogas, principalmente el que tenía la pinta de «hippie». Esa noche me acosté, no dándole la menor importancia a la visita de esos tres jóvenes. Cuando a media noche tuve un sueño que me impactó tremendamente; Veía a esos tres muchachos frente a mí, uniformados, y con otros muchos más que desfilaban, y me decían que estaban listos para ir a los campos. Yo me desperté impresionado. A la mañana siguiente no podía apartar de mi mente ese sueño. Lo compartí con mi esposa. En la tarde, mientras me alistaba para grabar el programa del «Patito Cristiano», una serie infantil que emitía por la radio, sentí una voz que me dijo “Te ordeno que vayas a buscar esos muchachos, les escuches, y cuando yo te lo diga, les das mi palabra”. Y así lo hice, yendo a buscarlos a la colonia Kennedy
Estos jóvenes se sentaban en la esquina de una calle en la colonia Kennedy y formaban un grupo que cantaban música protesta. Entre ellos estaban, Leonel, Rafael, Areo,
Rigo, y Miguelito que era de la Iglesia El Buen Pastor y el cual quería ayudarles. Después se unieron René Peñalva con su hermano Nufo y Toyano. La mayoría de ellos tenían problemas de diversos tipos, desde dependencia a la marihuana, hasta conflictos serios en sus hogares. Muchos estaban llenos de prejuicios contra la iglesia evangélica. Uno de ellos visitó una vez la escuela dominical de una iglesia de las Asambleas de Dios de la colonia Kennedy, y el pastor al verlo, le dio una exhortación porque tenía el pelo largo, y le dijo: Y el chico me preguntó, como tratando de justificar su condición: <¿Y es que acaso Jesús no tenía el pelo largo?>
A mediados de ese año viajé a Miami para comprar una camioneta para el trabajo en las zonas rurales. La íbamos a convertir en una unidad móvil de evangelismo. Al regresar volví a la colonia Kennedy buscar a ese grupito de jóvenes. Una noche, en que el cielo estaba completamente estrellado, tuvimos una fogata en unos montes allí cercanos, y después de cantar algunas canciones, entre ellas «¡Oh Happy Day!», y «De qué color es la piel de Dios» uno de ellos me dijo: Y allí, sin púlpito, sin Biblia, sin saber qué iba a decir, me puse en medio del fuego que habíamos improvisado con ocotes, y comencé a hablar de Juan 3:16 «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna.» y empecé a contarles de cómo el amor de Dios se ha encarnado en Jesús y con su muerte en la cruz nos dio el perdón de pecados. Iba preparando el momento para hacer el llamamiento al arrepentimiento, pero de pronto algo maravilloso ocurrió; comenzaron a llorar, uno se abrazaba al otro, y yo no pude seguir predicando. De pronto escuché a algunos de ellos hablar en lenguas, (nunca les había hablado del don del Espíritu Santo,) y estupefacto, no sabía que hacer. El Señor había cambiado todos los factores del orden que yo tenía establecido. Me sentí como San Pedro cuando le predicó a Cornelio, a él le pasó lo mismo, pues dice la palabra que «Mientras Pedro todavía hablaba estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían la palabra. Y los creyentes de la circuncisión que habían venido con Pedro quedaron asombrados, porque el don del Espíritu Santo fue derramado también sobre los gentiles;» (Hechos 10:45-46) así que con esta manifestación surgía una nueva esperanza hacia mi visión. El Señor me había mostrado que él tenía otro pueblo con el cual iba a realizar mi labor. Así que a partir de esa noche decidí comenzar a enseñar a estos jóvenes en un discipulado apostólico, para lo cual arreglé la camioneta que había comprado. Era un Chevrolet pickup al cual le hicimos como una casita atrás, puse una luz, y en ella comencé a preparar a 11 de estos jóvenes en los principios del discipulado Cristiano. Ahora teníamos nuevos jóvenes que no procedían de la estructura de una iglesia, con ellos podría movilizarme hacia nuestros objetivos, las aldeas y pueblos en los cuales no había evangelio.
El 28 de Abril del 1973 tuvimos una reunión para definir el nombre de esa asociación, la cual llamábamos AUJE, y decidimos ponerle el nombre de «BRIGADAS DE AMOR CRISTIANO» pues este nombre definía nuestro objetivo e ideal. En esos días me visitó un gran amigo y hermano, David Bonilla, y como había estudiado dibujo, le pedí que diseñara el escudo de esta agrupación, naciendo así el emblema de la organización. Para este entonces tenía la ayuda de unos 10 jóvenes de otras iglesias; Nicolás Mejías, César Peña, Benjamín Izaquirre, Sonia Delgado, Sandra Serrano, Josué, Ada de Pereira, Mildred y otros. Después se unió el grupo de la Kennedy, y formamos dos brigadas. Los objetivos eran ayudar en las necesidades sociales, de emergencia y alfabetización de las zonas más abandonadas del país, con la acción y el amor cristiano. Sin embargo, con el grupo de nuevos convertidos de la Kennedy formé un discipulado para después encausarlos a las iglesias establecidas, pero surgieron dos problemas: Uno era que ellos rechazaban las estructuras y mentalidad de la iglesia existente, pues no tenían entrega al necesitado. El segundo problema apareció porque una vez que les mandé a una congregación, el pastor no solo los criticó por su forma de ser, sino que trataron de ponerlos contra mí. Así que comencé a tener cultos en mí casa de Río Grande, arreglando el garaje como salón de reunión. En aquel entonces comencé también a tener reuniones en las casas. Les llamamos «reuniones de motivación». En las mismas usábamos te-mas concernientes a problemas sociales y familiares para enfocarlos de acuerdo a la palabra. Establecimos dos grupos, uno en la Kennedy y otro en Villa Adela, en la casa de René Peñalva, que era uno de mis discípulos nuevos.
Un día hicimos un viaje al Rincón, Valle, llevando a este grupo de jóvenes, y celebramos los primeros bautismos. Se bautizaron los primeros discípulos, Rafael, René, Areo y Leonel junto a los hermanos de esa aldea. Todo marchaba excelente-mente, pero aparecieron dos conflictos dentro del grupo: El primero era que René Peñalva no se ajustaba a mi carácter, por lo que tuvimos varios choques. Fue entonces que me puse en contacto con Eduardo King, un misionero menonita que seguía la misma línea mía en ese entonces, para ver si él lo quería tomar en un discipulado. Hablé con René, y le expliqué que Eduardo le podría ayudar. Este humildemente aceptó la sugerencia, y gracias a Dios lo canalice hacia ese grupo. Más tarde Eduardo se unió con un grupo carismático católico llamado «El Cenáculo». Posteriormente este grupo se convirtió en una iglesia evangélica de corte carismático, y después Eduardo se separó y formó el movimiento de AMOR VIVIENTE.
En mi ministerio he aprendido que cuando las personas no se adaptan a tu forma de ser, o no se sienten contentas en tu congregación, ya sea por falta de afinidad, identidad, o problemas creados por el carácter, lo mejor es darles libertad, y ayudarles para que encuentren un lugar adecuado donde se sientan mejor, sin forzar por medios impositivo una relación, que a largo plazo, producirá mayores conflictos. Es bueno entender que la separación en armonía ayudará a la salud emocional de ambos. Un Ejemplo lo tenemos en la problemática que hubo entre Pablo y Bernabé por Juan Marcos, razón por lo cual dice la palabra: «Surgió tal desacuerdo entre ellos que se separaron el uno del otro. Bernabé tomó a Marcos y navegó a Chipre» (Hechos 15:39). Quizás sea esta la razón por lo que algunos se han ido de mi lado a lo largo de mi ministerio, pero ninguno ha causado división en la iglesia. El otro problema fue la crisis creada por el hecho de que un grupo de jóvenes ganados por nosotros no deseaban irse a otras iglesias, sin embargo los reglamentos de las BRIGADAS exigían como requisito que debían congregarse en una iglesia. En aquel momento excepto la iglesia Santidad, ninguna otra daba libertad a los jóvenes para que trabajaran en Brigadas. Cesar Peña, un gran oficial de las Brigadas, que me acompañó junto con Josué a Guatemala para asistir a un campamento juvenil, fue motivado tiempo después por su Iglesia Bautista para que estudiara en el seminario, cuando ya era líder de nuestro grupo, quedando como comandante del grupo Benjamín. Un día hicimos una reunión para decidir que hacer con aquellos chicos convertidos en brigadieres, y que no eran
miembros de ninguna iglesia, esto le ocurría a la mayoría. En la misma se discutió la idea de formar una iglesia que diera la cobertura espiritual, y a la vez les permitiera a estos jóvenes apoyar la visión de las Brigadas. El 4 de enero del 1975 se propuso en reunión ejecutiva que formásemos una iglesia, a lo cual Benjamín se opuso, pero después de una larga discusión, se aprobó la creación del centro evangelístico, y Benjamín, para no ser estorbo a los planes, renunció a su puesto, pues temía que con el tiempo se viese en un dilema entre una su iglesia y las brigadas, cosa que era digna de respetar. En esta fecha había un joven cubano que me ayudaba, Luis Fernández, el cual fue nombrado pastor de este Centro.
En una asamblea extraordinaria de las Brigadas efectuada el 24 de enero se ratificó oficialmente el nacimiento de la iglesia, alternativamente al trabajo de Brigadas, poniéndosele por nombre «Centro Evangelístico», y el debería apoyar el trabajo de las BAC. El 26 de Mayo del 1975 tuvimos un culto para poner la primera piedra de lo que seria su edificio principal. De ahí en adelante el crecimiento sería cuantitativo y cualitativo. 6 meses mas tarde inauguramos el edificio para culto, que al poco tiempo se hizo pequeño.
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Capítulo -IV-
EL PODER DEL AMOR
«Jesús le dijo: –¿No te dije que si crees verás la gloria de Dios?» (Juan 11:40)
Los años 1973 y 1974 estuvieron pletóricos de experiencias y bendiciones maravillosas. Fueron los años en que las Brigadas se consolidaron, alcanzando sus objetivos más grandes en cuanto a proyección y acción social. Lo primero que hicimos fue apoyar la obra que se había iniciado en la aldea del Rincón. En la Semana Santa de 1973 fuimos un grupo de brigadieres a trabajar con los hermanos del lugar en la construcción de su templo. Era una zona aislada, sin luz, agua y medios sanitarios, con una gran sequía, y de suma pobreza. Lo que más me llamó la atención fue que el grupo de brigadieres era de ambos sexos, pero las mujeres trabajaban igual que los hombres. Formando una cadena humana para transportar las piedras de un arroyo cercano al lugar en dónde íbamos a hacer la construcción. Las paredes se hacían de una mezcla de lodo con paja y agua. Ésta la teníamos que ir a buscar a 500 metros, con una carreta de bueyes en barriles grandes. Se colocaban troncos para formar las paredes y después se repellaban con barro y paja, la cual era batida con los pies. Nos sentíamos en la era medieval, haciendo casas de adobes.
En los ratos libres, los jóvenes daban clase de alfabetización a los hermanos de esa aldea. Había un alto índice de analfabetismo en los adultos. También desparasitábamos a los niños, dábamos clase de higiene, y les enseñábamos a hacer letrinas. Así construimos la primera capilla en Honduras, se llamó «Templo Evangélico Salem». Conseguimos una planta eléctrica móvil, un proyector de película y formando una unidad móvil de evangelismo. Decidimos hacer una gira por las aldeas y montañas de Copán. Fue una de las jornadas más duras y fantásticas de todas. Fuimos 14 jóvenes, en grupos divididos de dos en dos, por las aldeas y pueblos en torno a El Paraíso de Copán. Así visitamos una serie de aldeas, hasta el Cisne, cerca de la frontera con Guatemala. Hicimos el recorrido en caballos. Terminamos con una campaña en El Paraíso, al aire libre, con proyección de películas, y muchas almas aceptaron al Señor. Cuando veníamos de regreso estábamos agotados, pero felices, pues el Señor había hecho milagros y prodigios por medio de esos jóvenes. En Comayagua nos detuvimos a descansar, y Ada nos dijo que fuéramos a un cerro a orar, y subimos. Allí adorábamos al Señor y sentimos su presencia. Oswaldo Sánchez fue quebrantado, y todos fuimos impactados por un tremendo mover de Dios. Hubo un mensaje en profecía, el Señor nos dijo: «Hijos míos, yo os he escogido para levantaros y hacer cosas grandes en medio vuestro. Yo formaré un pueblo que ahora no me es pueblo, y traeré a miles a mis pies, y levantaré una iglesia nueva y pode-rosa, sin prejuicios, y con visión social hacia los necesitados. Vosotros seréis los primeros, pero muchos más vendrán, y saldrán de vosotros, y veréis que yo hago cosas en medio vuestro que ojo no vió ni oído oyó, que ni han surgido en el corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman.« (1 Corintios 2:9) y sentimos que se hacia realidad el texto que dice: «¿No te dije que si crees verás la gloria de Dios? (Juan 11:40).
A principios del 1974 iniciamos una campaña de alfabetización en uno de los cerros más pobres y necesitados de Comayagüela, era el Barrio El Pastel. Éste estaba situado en una montaña contigua al mercado San Isidro, sobre el Cementerio. Cuando llovía, era imposible subir a ese reparto en vehículo, y cuando lo hacíamos a pie, terminábamos en el suelo, llenos de lodo. Se terminó el programa de alfabetización a los 4 meses. Más de 60 personas aprendieron a leer y escribir, y terminamos con un programa musical en el cual participó la brigada musical que se formó para este fin, naciendo así el grupo musical de las BAC donde Jorge Mejía formó parte. Pero la misión más peligrosa, y agresiva de todas, fue la que se produjo como consecuencia de la calamidad del huracán Fifí, que azotó a Honduras el 18 de Septiembre de 1974. Un ciclón procedente del Caribe entró a Honduras por las costas de Tela y Ceiba, penetrando hasta el centro del territorio. Trayendo consigo vientos, lluvias, inundaciones, dejando gran parte de los Dpto de Cortés, Atlántida y Yoro sumergidos en agua, con aldeas y pueblos incomunicados. En Tegucigalpa, el río Choluteca comenzó a subir, y todos los brigadieres se presentaron en el Centro Evangelístico. Tomando un equipo de emergencia que teníamos, salimos en la Unidad Móvil a evacuar a los habitante que vivían en chabolas situadas a la orilla del rió contiguo al Estadio Morazán en donde había una hondonada con muchas casuchas hechas de desperdicios de maderas, latas y cartón. Empezamos a sacar a la gente de ese lugar, pues las aguas amenazaban con llevarse las casas. Usando cuerdas y arriesgando la vida, los muchachos y muchachas descendían a las partes más peligrosas, y bajo una tremenda tormenta comenzamos a evacuar a esas personas a lugares seguros.
Mientras realizábamos esta labor de salvamento, con cascos grises, y la insignia de las Brigadas, (una camiseta verde con una pañueleta del mismo color) un militar uniformado se nos acercó y nos preguntó: <¿Qué están haciendo Uds?>- Y contesté – <¿Y a dónde los llevan?> me preguntó el oficial y dije .- Entonces me pidió que le llevará al lugar donde trabajábamos en la evacuación. En el camino me preguntó: <¿Y Uds. de qué grupo son?> Y le expliqué que somos cristianos evangélicos y que hemos formado una asociación para ayudar al prójimo. Nuestro lema es el servicio, y nuestro deseo es revelar el amor de Dios por hechos, más que por sermones. El oficial sacó una libreta, y tomó algunos apuntes sobre quiénes éramos, dónde teníamos la sede y cuantos éramos. Una vez en el lugar, vio a los jóvenes trabajando, se me acercó, y al despedirse me dijo . Yo quedé mudo. Tiempo después me mandó a llamar al Ministerio de Gobernación para felicitarme e informar-me que el Presidente de la República, junto al consejo de ministros, nos habían aprobado un decreto ley por el cual nos exoneraban de todo impuesto y derecho arancelario o aduanero para que pudiéramos entrar equipo, vehículos y cualquier cosa por diez años, para nuestro trabajo social. Fuimos la primera organización evangélica que obtuvo en Honduras un decreto de este tipo, pues sólo la Iglesia Católica y la Cruz Roja tenían algo parecido.
Después, y por medio de Aéreo Club de Honduras, movimos a los brigadieres a otras zonas norte del país para socorrer a las victimas del huracán. Fueron instalados en lugares aislados, estableciéndose grupos de socorros y campamentos de ayuda. Como estábamos incomunicados por tierra, éramos abastecidos por medio de las avionetas. Por diez días se trabajó sin descanso en este plan de salvamento y socorro. Como consecuencia de esto en Tegucigalpa se reubicó a los damnificados del río Choluteca en una parte alta de la Aldea de Suyapa. Allí establecimos un comedor y una clínica de asistencia. En ella trabajaron Elizabeth Johansson y mi esposa como enfermera. Después Rafael Fiallos y otros brigadieres fueron a ayudar. Se nos dio un terreno y pusimos un comedor, después nació junto al comedor la iglesia «El Buen Samaritano» y más tarde la guardería del mismo nombre. Cuando pienso en todas estas cosas, tan insignificantes desde el punto de vista espiritual, pero tan grandes desde el punto de vista humano, veo cómo al sembrar una semilla de testimonio, con el tiempo, se produce el fruto del respeto hacia el pueblo evangélico por su compromiso social. Viendo el pasado me viene a la mente aquel texto de Salomón cuando dijo: «Echa tu pan sobre las aguas, porque después de muchos días lo volverás a encontrar» (Eclesiastés 11:1). No debemos desanimarnos, ni menospreciar las cosas naturales como medio de predicar, pues el amor que no se manifiesta en acción es sólo una expresión, ya que «no nos cansemos, pues, de hacer el bien; porque a su tiempo cosecharemos, si no desmayamos.» (Gálatas 6:9).
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Capítulo -V-
MI AMIGO: EL ESPÍRITU
«Mi Dios, pues, suplirá toda necesidad vuestra, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.» (Filipenses 4:19)
Durante mi ministerio he tenido que aprender a confiar en la providencia Divina para las necesidades de la obra, pues aunque algunas iglesias me han apoyado, casi todas hispanas, he carecido de fuertes recursos para poder hacer cosas grandes. Siempre he estado en una aventura de fe para obtener dinero con el cual pudiéramos financiar mu-chos proyectos, pero descubrí algo maravilloso: El Espíritu Santo estaba siempre ahí, intercediendo y obrando por nosotros, sabiendo en dónde tocar para que nos supliera lo necesario para su obra, y siempre él iba delante de nosotros.
En dos ocasiones tuve una necesidad idéntica, aunque ambas ocurrieron en diferentes latitudes geográficas, y el Señor usó a la misma persona para obtener la respuesta que necesitaba. La primera fue en Honduras. El grupo de las Brigadas había crecido, los reunía en el garaje de mi casa para tener cultos, y en las aulas de la Iglesia Santidad para reuniones. Un día sentimos la necesidad de un lugar propio en la colonia Kennedy, de donde eran la mayoría de los jóvenes, y oramos al Señor pidiéndole nos concediera un sitio en este lugar. Un día que estábamos ayunando nos fuimos a orar a un terreno detrás de los graneros del Banco de Fomento, y sentimos que éste podía ser el lugar preciso para construir nuestro Centro. Era finales del año 1973. Preguntamos quién era el dueño de esos terreno y una vez que lo localizamos, lo fuimos a ver. Era un humilde señor llamado Ángel Matamoros, con el cual conversamos explicándole para qué fin deseábamos ese terreno. Él nos dio un buen precio por metro cuadrado y nos dijo que midiéramos lo que quisiéramos, que nos lo vendería. Así que medimos y por fe decidimos comprar una parcela más o menos grande, la cual nos costaría siete mil lempiras, pero no teníamos ese dinero, y los jóvenes eran muy pobres, ninguno trabajaba. ¿A quién ir? A mi jefe (El Señor) para plantearle el dilema. Inmediatamente el Espíritu Santo comenzó a obrar, esa noche mientras yo oraba en Honduras, él inquietaba a Cecilio Castillo en Miami para que nos enviara tres mil dólares. Éste, movido por el Señor me llamó y me envió el dinero para comprar ese terreno. Inmediatamente vimos la mano del Señor suplir los materiales para la construcción del Centro Evangelístico.
Lo más asombroso es que en Honduras Dios usó a muchos inconversos para que a lo largo de mi ministerio nos apoyaran en nuestro trabajo y supliera lo necesario para toda la labor social que empren-dimos. Una vez que los proyectos funcionaban, recibimos fondos de ayuda del gobierno de Noruega, Suecia y Canadá para ciertos programas específicos de construcción en relación al trabajo social.
Cuando comenzamos la obra en Córdoba, España (1983), reuníamos a un grupo de jóvenes en mi casa para tener culto, y de pronto, el Señor nos suplió un terreno en Trassierra, a 16 Km de la ciudad de Córdoba. Cuando fuimos al lugar sentimos que era nuestro, y sin dinero, por fe, lo tomamos. El costo de la propiedad era de tres millones de pesetas (cerca de veinte y ocho mil dólares) y contaba sólo con ocho mil dólares de mis ahorros, pero faltaba el resto, así que le oré otra vez al Señor y el Espíritu inquietó a Cecilio para que me diera una ofrenda. Éste me llamó por teléfono para decirme que el Señor le había inquietado para darme un dinero, pues sentía que yo tenía una gran necesidad y a los pocos días me envió cinco mil dólares. Por otro lado la Iglesia de mi esposa, en Halden, Noruega, nos envió otros diez mil dólares, pero faltaban cinco mil dólares, y apenas quedaban 10 días para cerrar el trato. Esa noche recibí una llamada, era Cecilio de nuevo, el cual me dijo: ¡Aleluya! ya se había hecho el milagro, teníamos todo el dinero para la compra del terreno.
Una de las realidades más patente en mi ministerio ha sido la fidelidad de Dios al suplir en cada momento lo que me era necesario; «Porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad antes que vosotros le pidáis» (Mateo 6:8). Cuando era estudiante bíblico cada semana, de forma inexplicable, me proporcionaba lo que requería para retirar mi ropa de la tintorería. Cuando me encontraba en apuros, con alguna necesidad material, le oraba al Señor y de forma asombrosa me llegaba exactamente lo que necesitaba. Esto no fue sólo una vez, fueron tantas veces que necesitaría un libro completo para poder relatar todos los hechos de este tipo. Y lo más tremendo de todo era que siempre llegaba en el momento preciso, eso sí, teníamos que dar pasos de fe en lo que hacíamos, porque no teníamos nada, pero sabíamos que éramos hijos de un Rey, y que Él tiene todo para premiarnos «según nuestra fe» y su fidelidad es para siempre, como dice Jeremías «Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad». (Lamentaciones 3:23).
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Capítulo -VI-
EL DIOS QUE TODO LO REVELA
«Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni nada escondido, sino para que salga en claro.» (Marcos 4:22)
Cada año experimentábamos algo nuevo del Señor, de manera que nunca terminábamos de salir de una manifestación espiritual, cuando entrábamos en otra. Y es que en la vida del Espíritu Santo tenemos que estar siempre dispuestos a renovarnos, como dice la palabra «renovaos en el espíritu de vuestra mente,» (Efesios 4:23) por lo cual puedo decir que son tantas las formas de moverse del Señor con su pueblo, que jamás debemos limitarnos o encasillar una manifestación determinada como un énfasis constante y permanente en la vida de su iglesia. Cada momento y cada circunstancia tiene una bendición nueva para nuestra edificación, y esto fue lo que vivimos en Honduras.
Durante el inicio del avivamiento, lo primero que Dios nos dio fue un derramamiento del Espíritu Santo manifestado en lenguas y amor. Esto último produjo un gran impacto en la vida de los familiares de muchos chicos. Recuerdo que en un discipulado uno de los jóvenes compartía que sus padres no estaban muy de acuerdo con su asistencia al grupo de Brigadas, que le hacían la vida imposible, y que ya estaba molesto con su familia. El Tema que estábamos tratando era el Señorío de Cristo, y como tarea, pusimos esa semana el deber de ayudar a nuestros familiares en los deberes de la casa, y revelarle en la forma de ser, lo que éramos, eliminando la palabra «Señor» de nuestra boca si no estábamos dispuestos a cumplir su voluntad de servir a los demás, haciendo referencia para ello a ese texto que dice: «No todo el que me dice ‘Señor, Señor’ entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. (Mateo 7:21). El resultado no se dejó esperar, los padres fueron impactados por la conducta de sus hijos, y muchos de ellos comenzaron a venir a los cultos. Otros fueron tan llenos de amor que repartieron parte de su ropa con los necesitados, pero Dios los prosperó con bendiciones especiales, supliendo mucho más.
Sin embargo, hubo una época en la cual era tan grande la manifestación de Dios revelando cosas ocultas a través de profecías, revelaciones o sueños, que apareció un gran temor en toda la Iglesia. Esto comenzó cuando un día organizamos un retiro de ayuno y oración a la aldea de Mateo (1975). Habían ido todos los brigadieres. Entre los asistentes teníamos una visita de Guatemala que nos ayudaba a evangelizar. En el grupo había un joven que vivía y cuidaba el Centro de la Kennedy, se llamaba Marco Polo. Su actitud aparentemente era muy buena, llevándose muy bien con el hermano que teníamos de visita. Esa noche celebramos una vigilia y sentimos como el fuego del Espíritu descendía sobre todos los presentes, de pronto se me acerca un joven quebrantado por la presencia del Señor y me dice: . Le pregunte quiénes eran y me replicó asustado Imposible, repliqué, vamos a orar más y no digas nada de esto a nadie, pues no siempre toda las visión tiene que ser de Dios. Al cabo de un rato se me acercó una chica del otro extremo, venía llorando, y después de tomar aliento me dijo . Entonces comprendí, con esta confirmación, que esta visión era de Dios, así que llamé primero a uno, y después al otro dentro de la unidad móvil. Los registré, encontrándoles cigarrillos de marihuana, por lo que a Marco Polo lo expulsé del grupo, y al guatemalteco le dí 48 horas para que se fuera de Honduras, o lo denunciaba por contrabando de drogas, pues él había sido el que introdujo las drogas, usando la Biblia, y su supuesta religiosidad como una pantalla para ocultar su poca vergüenza.
Días después, en la Iglesia, el Señor habló revelando pecados ocultos en la vida de algunos hermanos, pero sin mencionar sus nombres. El Espíritu se encargó en el culto de tocar a estos hermanos, llevarlos al frente para hacerlos confesar. Hubo tanto temor a lo que Dios hacía, revelando lo oculto, que algunos hermanos que no andaba bien dejaron de ir, confesando que tenían miedo de ser descubiertos, otros arreglaron sus vidas. El Señor comenzó a limpiar su viña. En esta época se convirtió Renán Carias, un joven que tocaba en un grupo de música popular muy conocido en Tegucigalpa. El había estado en las drogas, y aunque tenía mucho talento, le aconsejé que no cantara en público hasta que madurará, para darle tiempo al Señor de tratar con su vida y limpiarle de las influencias y del mundo, y después de que creciera en el conocimiento de Jesús, podría usar su talento en la iglesia y con el grupo de Brigadas. Pero esas navidades, junto a otros jóvenes del grupo, se fueron a una fiesta mundana para bailar. Yo recibí del Señor una manifestación sobre su condición, por lo tanto, a principios de enero los llamé para ver qué había pasado, y considerando que no andaban en luz, les puse disciplina a los tres. Dos de ellos aceptaron la disciplina, pero Renán, con una chica, decidieron irse a otro grupo, el cual, sin importarle su condición, ni de donde venían, lo pusieron a tocar la guitarra.
Esto me obligó a hablar con su líder, Eduardo King, con el cual tenía buena relación, pero de la conversación no saqué nada en concreto, pues no corrigieron la actitud de Renán, sino que más bien le apoyaron para que cantara y tocara. Desde ese momento (1975) las relaciones entre Brigadas y Amor Viviente quedaron dañadas. Cuatro meses después, Renán volvió arrepentido, reconociendo su error, y aceptando la disciplina, pues el Espíritu le había hablado. Por seis meses no tocó ni cantó en público. Después comenzó a trabajar con el grupo musical, y en 1976 dejó de estudiar un año para dedicarse a la obra, ayudándonos en el proyecto que denominamos ‘EVANGELISMO 76″ por medio del cual realizamos un esfuerzo evangelístico por ciudades, escuelas, aldeas e institutos. Después grabamos en Costa Rica, con la ayuda de Emilio, el primer disco llamado «HONDURAS CANTA AL SEÑOR.
¿Pero qué fue de la vida de Marco Polo, el chico que expulsamos por tener marihuana? Es bueno terminar esta historia. A finales de 1975 yo viajé a Noruega varios meses, en este tiempo Marco se reconcilió, después de vivir abandonado por las calles, pasando gran necesidad. En Brigadas lo recibieron de nuevo. Al regresar me informaron que Marco Polo volvió al grupo, se reconcilió y vivía en Brigadas, por lo que lo llamé para hablar con él. Le pedí que me confesara todo lo que hizo aquella vez que estuvo con nosotros, pues habían ocurrido varios robos que nunca pudimos aclarar, principalmente de la venta de refrescos. Éste me relató todo lo que hizo, elaboró una lista de ello y me dijo -. . Cuando vi esta actitud de restituir lo robado, comprendí que el Señor había obrado en su vida. Comenzó a pagar todo, y después de un tiempo, le condonamos el resto de la deuda. En 1977 lo enviamos a estudiar la Palabra a Costa Rica, convirtiéndose en un obrero del Señor.
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Capítulo -VII-
PENSANDO EN EL FUTURO
«Lo que oíste de parte mía mediante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.»(2 Timoteo 2:2)
Una de las cosas más importantes que debemos tener en cuenta cuando emprendamos alguna obra, es que nada en la tierra es eterno. Tarde o temprano partiremos, dejando atrás todo lo que hayamos hecho, y si lo que hicimos tuvo buen fundamento, entonces se cumplirá la palabra. «Si alguien edifica sobre este fundamento con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno u hojarasca, la obra de cada uno será evidente, pues el día la dejará manifiesta. Porque por el fuego será revelada; y a la obra de cada uno, sea la que sea, el fuego la probará. Si permanece la obra que alguien ha edificado sobre el fundamento, él recibirá recompensa. Si la obra de alguien es quemada, él sufrirá pérdida; aunque él mismo será salvo, pero apenas, como por fuego.» (1 Corintios 3:12-15). Así que debía tratar de poner las bases para que esa obra permaneciera, aun cuando el hombre feneciera. Para lograr esto decidí enviar a unos jóvenes a estudiar la palabra a un Instituto, por lo que hice gestión en el Instituto Bíblico de las Asambleas de Dios en San Pedro Sula, enviando una carta para pedir su entrada. Pero recibí una respuesta frustrante. Me decían que por ser de «otra denominación» me cobrarían una cuota más alta. Esto me frustró, pues eran 6 estudiantes, por lo que el costo era muy elevado, así que hice gestiones en otro Instituto que había en Costa Rica, el cual me salía más barato. Así que los envié a estudiar a Guanacaste, a un Instituto dirigido por el hermano Kennet, un misionero norteamericano muy especial. Allí fueron Areo, Rafael, Marco Polo, Evelio, Mauricio y Boris. Además, dentro de los discipulados estábamos formando los ministerios que ya para esta fecha (1975) gobernaban gran parte de la obra en Honduras, como Héctor Maradiaga y Armando Licona.En el año 1976 celebramos “Evangelismo 76” y fuimos a levantar obra a Alianza, Dpto. de Valle y allí se convirtieron varios, entre ellos el hermano Leopoldo Luna, que después seria pastor y director de las Brigadas. ¿Y cómo llegamos a Alianza? Por medio de Salvador y Pablo Luna, que eran parte de las Brigadas. Algo curioso con los Luna, siendo hijos adoptivos de Sor Maria Rosa y las aldeas SOS, fueron unos fieles miembros y líderes en el inicio de esta asociación y sor Maria Rosa se porto tan tolerante que me admire de su conducta ejemplar.
Después de graduados, dos años mas tarde, sentí la necesidad de preparar más obreros para el futuro. Enviarlos a Costa Rica era muy caro, y no podía enviarlo al de las Asambleas de Dios, porque eran hostiles conmigo, así que iniciamos en Honduras una nueva visión: preparar en la finca un área para hacer una escuela bíblica a la cual llamamos «Instituto Bíblico Técnico». Para 1978 este proyecto estaba funcionando con 13 estudiantes. El objetivo era entre-nar a los futuros obreros, no sólo en el área teológica o bíblica, sino para que aprendieran también un oficio a fin de que pudieran valerse por si mismos. Yo miraba la necesidad de que en los campos los pastores no solo debían predicar con la boca, sino también con sus vidas y manos, como dijo San Pablo «Vosotros sabéis que estas manos proveyeron para mis necesidades y para aquellos que estaban conmigo». (Hechos 20:34). Yo mismo, después de muchos años, reconocí que lo aprendido en el Instituto me fue de mucha bendición en esta etapa de mi vida, y tuve que aprender otras muchas cosas más para ayudar la obra del Señor. He tenido que hacer de fontanero, electricista, carpintero, albañil, agricultor, partero, enfermero, y en fin, de todo un poco. Por medio del Instituto entramos en la Mosquitia, y de allí vinieron estudiantes. El sueño comenzó a ser realidad. No podremos olvidar a Thelma, que contrajo matrimonio con Saúl Matamoros, un obrero de Supaya que estudiaron en este instituto.
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Capítulo -VIII-
¿CÓMO NACIÓ EL PROYECTO VICTORIA?
«Jacob llamó el nombre de aquel lugar Peniel, diciendo: «Porque vi a Dios cara a cara y salí con vida.» (Génesis 32:30)
Desde el primer momento que comencé a trabajar en la Kennedy, me ví involucrado con jóvenes que tenían problemas con las drogas. Fue entonces que todas aquellas experiencias vividas en New York, cuando fui director de un centro de rehabilitación de toxicómanos sirvió para darme la capacidad y sabiduría necesaria para comprender y ayudar a estos jóvenes, aunque él que tomó el control de la situación y el Espíritu Santo me llevó a este trabajo. Después de iniciarse aquel avivamiento glorioso, en una fogata con aquellos chicos de la Kennedy, celebrábamos fogatas y vigilias casi todas las noches de los sábados en el terreno y a la misma llegaban muchos jóvenes de la colonia. La gran mayoría de ellos tenían problemas de drogas, marihuana, pastillas, alcohol, hongos y pegamentos. El grupo de las Brigadas en aquel momento (1974) estaba formado en su mayoría por jóvenes que habían sido libertados de las drogas. Todos habían sido transformados en un instante, por la intervención del Espíritu Santo. Recuerdo un día que se me acercaron unos chicos que tenían muy mala fama en el barrio, ya que estaban metidos en el contrabando de drogas. Había uno que estaba bien «colgado»[1], con un pelo afro, alto y delgado, se llamaba Boris Aparicio. Mauricio se le acercó y le dio un abrazo diciéndole: ., y Boris se mostró un poco esquivo. Después me le acerqué y le abracé, diciéndole y mirándome con los ojos tenebrosos por el efecto de la droga, me dijo <¿ Y a mi puede haber alguien que me quiera?> Sólo le pude decir: .
En la fogata había cánticos, testimonios y mensajes en lenguas. Sentimos una unción muy fuerte del Señor, era como un viento suave lleno de fragancia, que todo lo inundaba. De pronto miré hacia donde estaba el chico del afro, y lo ví llorando, abrazado a otro joven del grupo, esa noche, en la vida de Boris ocurrió el milagro del nuevo nacimiento. Fue tan maravillosa su transformación, y tan terrible su vida anterior, que por su testimonio muchos conocieron al Señor, incluyendo a su madre, la cual ya no lo soportaba. Se convirtió en un evangelista innato, se iba al mercado, se subía a los busitos y le predicaba a medio mundo. Una vez me trajo a un joven llamado Justo, el cual se ganó en un autobús y me dijo: . Yo reaccioné rápidamente y le dije: .
Aunque acondicionamos una habitación que construimos para ayudar a algunos chicos con problemas agudos de drogas, sólo podíamos atender a dos, y por último, no pudimos seguir haciéndolo, porque estábamos en medio del foco de infección de las drogas, y tratar de aislarlos para rehabilitarlos en esas condiciones era imposible. Pero seguimos rescatando a muchos por medio de las brigadas y las campañas de evangelismo. Fue en el año 1977 que se nos presentó una tremenda necesidad. Todos los años, desde diciembre de 1972, habíamos celebrados campamentos juveniles. Para ello alquilábamos unas instalaciones de una iglesia tradicional en Valle de Ángeles. Pero lentamente estos campamentos fueron creciendo en número, y en ellos ocurrieron cosas maravillosas. Todos los jóvenes que llegaron al ministerio fueron llamados en estos campamentos. En 1976 hubo una manifestación poderosa que sacudió y bautizó con el Espíritu Santo a todos los participantes, y como consecuencia de ello, uno de los líderes de la misión que nos alquilaba ese lugar, que no era muy amigo de este tipo de manifestaciones, me llamó y me dijo: Yo no comenté nada con los participantes para no dañar el hermoso ambiente que había, sólo con algunos líderes, pero el último día del campamento, el Señor nos trajo un mensaje en lenguas, con interpretación, que decía: –Hijo mío, éste será el último año en que estaréis aquí, os tengo preparado un terreno maravilloso y en él veréis la gloria de Dios, no os preocupéis que grande es la bendición que os he preparado, confiad en mí y veréis mi poder.– y aunque nadie sabía nada de lo que el hombre de ese lugar me había dicho, ya el Espíritu estaba al tanto de todo, e iba delante de nosotros preparando el terreno que nos iba a dar.
En julio del 1977 estaba preocupado, no teníamos lugar para celebrar el campamento, ya éramos más de 150 jóvenes, y aunque el mismo lo realizábamos en tiendas de campañas, necesitábamos un lugar con facilidades de agua, y esto era difícil. Pero en medio de mi preocupación recordé la promesa del Señor y quedé tranquilo. Ese día estábamos en el culto del centro evangelístico, un día domingo, y el local estaba lleno. Yo me había quedado en la puerta, controlando a los que llegaban tarde, cuando un amigo carismático, Agenor Girón, se me acercó con su esposa Amanda y me dijo: y le conteste afirmativamente, y entonces me explicó: Y rápidamente le dije que fuésemos a verlo, y dejando el culto, salimos a buscarle. Llegamos a su casa, y en el camino oraba dentro de mí. Toqué en la puerta y cuando ésta se abrió, apareció el hermano Víctor Castro, al cual saludé y le dije que veníamos a hablar del terreno que vendía para ver si lo podríamos adquirir para la obra del Señor. Este sonrió y asombrado me dijo: . Inmediatamente lo fuimos a ver. Cuando llegué al lugar, sentí dentro de mí la voz del Señor que me dijo «ESTE ES EL LUGAR QUE OS HE DADO PARA MI GLORIA», y sin tener dinero, le dije -.Te lo compro, ¿Cuanto pides por él?.- Víctor me dijo lempiras, pero por ser para la obra del Señor, te lo daré en diez mil lempiras, y os regalaré el diezmo> quedando en nueve mil lempiras[2]. No teníamos el dinero, así que reuní a la iglesia y compartí con todo esta oferta. Los hermanos sintieron que era de Dios, y muchos comenzaron a dar sus joyas, como la hermana Suyapa, y un joven llamado Mario Martínez, que se iba a casar, entregó todos sus ahorros para completar el dinero. Hice gestiones por otro lado y pude conseguir el total del dinero, pues CEDEN, (COMITE EVANGÉLICO DE DESARROLLO Y EMERGENCIA NACIONAL) me lo prestó para pagarlo en cuatro años, y no tuvimos que tomar los bienes de los hermanos, pero la iglesia se comprometió a ayudar mensualmente a pagar la deuda, y así compramos esa finca el 29 de Agosto del 1977, y la bautizamos como «FINCA PENIEL». Escogimos el nombre de PENIEL por el texto de Génesis 32:30 «Jacob llamó el nombre de aquel lugar Peniel, diciendo: -Porque vi a Dios cara a cara y salí con vida-.» y para mí aquel lugar significaba un lugar de lucha y de victoria, pues el término PENIEL es «aquí luché y ví el rostro de Dios».
Celebramos a fines del 1978 el primer campamento juvenil. Arreglamos un salón grande que estaba a media construcción, y ese año el Señor nos mostró que ese lugar sería un sitio de VICTORIA para muchos jóvenes perdidos. Al terminar el campamento, y en diciembre de ese mismo año, Dios mostró que debíamos poner un programa para ayudar a los drogadicto. A este proyecto sería llamado «VICTORIA», y así nació el PROYECTO VICTORIA.
Así que sin tener casi recursos, alumbrándonos con ocotes y velas en las noches, en una casa toda destartalada, hecha con tabla de orilla, desperdicios de los aserraderos, iniciamos nuestras proyecto. Al principio me ayudaron Rafael Fiallos, Jorge Cáceres, Alejandro Bados, y otros que ahora no recuerdo, para sacar adelante este programa. Vimos desde ese momento la mano del Señor haciendo maravillas en medio nuestro, y comenzó a suplir, bendecir y transformar vidas para convertir ese programa en uno de los proyector sociales de más prestigio en Honduras.
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Capítulo -IX-
LA LUCHA POR LA CREDIBILIDAD
«Oh Jehová, por favor, esté atento tu oído a la oración de tu siervo y a la oración de tus siervos que quieren reverenciar tu nombre. Prospera, por favor, a tu siervo hoy, y concédele gracia ante aquel hombre.» Entonces yo servía de copero al rey.» (Nehemías 1:11)
Todos los grandes ideales requieren grandes sacrificios. En un principio nadie confiaba que el PROYECTO VICTORIA fuera una realidad. Era cierto que la problemática de drogas en Honduras se agudizaba, que muchos jóvenes eran destruidos por el hachís, los hongos, la cocaína y los fármacos combinados con el alcohol, lo que producía un efecto de dinamita en el cerebro. Pero sabíamos que el que nos dio la visión y la misión, nos daría los frutos y la victoria, para que el mundo creyera en el poder de Dios. Además, nosotros somos llamados a buscar a los perdidos y enfermos, como dice la palabra «Al oírlo, Jesús les dijo: –Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos» (Mateo 9:12) y aceptando el reto comenzamos la lucha por buscar a los enfermos.¿Sabes lo que es empezar sin nada, y no tener recursos propios para sacar adelante una obra tan gigantesca? Lo primero que necesitábamos era arreglar la carretera para poder subir los materiales de construcción, pues el camino era muy pendiente, y estaba en muy malas condiciones, pero esto era muy costoso. Después teníamos el problema de mejorar, y traer el agua de la montaña, más de dos kilómetros de distancia, y no teníamos luz eléctrica. Aunque había un gran edificios, estaba sin terminar, más carecíamos de recursos para la financiación del programa para atender a los chicos.
Eran muchos los gigantes que teníamos que vencer, pero no teníamos miedo; «porque el que está con nosotros es más poderoso que el que está contra nosotros». Siempre he creído que lo más importante es hallar gracia delante de la gente, y como Nehemías acudir a los gobernantes e incrédulos para obtener de ello el apoyo a su causa, yo no dudé en hacer lo mismo, pues nuestra causa era para un bien social. Visité a los ministros del gobierno para solicitarles ayuda. Me recibió el Ministro de Obras Publicas, en el 1978, Mario Flores Theresín, y le planteé mi necesidad de máquinas, equipo y técnicos para trazar una nueva carretera para subir la montaña de la finca. Dios me dio gracia, y me ayudó, dándome todo lo que necesitaba, estableciéndose con él, y su familia, una profunda amistad. Obtuvimos de Visión Mundial el financiamiento de las instalaciones de agua. Al Ministro de Recursos Naturales, Lic Rafael Callejas, le pedí asistencia técnica, y que nos prestara a un empleado de su ministerio, Armando Licona, que era de nuestra Iglesia, para que trabajara en la finca como administrador del P.V. y aprobó para que nos ayudara por un año, con goce de sueldo del estado. Así el Señor comenzó a hacer maravillas. Un día hablé con el Jefe de Estado, General Policarpo Paz para decirle que en la finca no había luz eléctrica y que nos ayudara en esto, por lo cual nos facilitó un motor diesel para alumbrar ese lugar. Poco a poco fuimos forjando la Finca Peniel para la labor de rehabilitación.
Quizás el mayor problema sea la credulidad de la sociedad en la eficacia de un programa de rehabilitación, que usaba más que nada la fe y amor cristiano como medio de tratamiento. Algunos médicos y psiquiatras tenían sus reservas sobre nuestro trabajo, por lo que un día, y a través de la universidad, el ministerio de salud pública nos pidió permiso para hacer un estudio sobre nuestro trabajo y sus logros, por lo que no reparé en ello, ya que considero que no teníamos nada que esconder, ya que «por nuestros frutos debemos ser conocidos». Esta encuesta, o estudio, reveló el éxito tan grande en relación a la labor que realizaban otros organismos oficiales del estado. Las estadísticas arrojaron una cifra que parecía imposible. Desde ese entonces el Hospital Psiquiátrico comenzó a colaborar fuertemente con nosotros, principalmente el director del mismo Dr. Kennet Vitteto y el Dr. Américo Reyes. Lentamente el PROYECTO VICTORIA fue dando frutos de vidas transformadas. Eran Lazaros vivientes, predicaban al caminar por las calles. «¿Este no era aquel destruido, delincuente y adicto? ¡Míralo! Ahora, es otro». No podemos negar que el mejor mensaje que podemos darle al mundo, y el milagro más grande que podemos ver, es el de una vida rescatada del abismo de las drogas y hecha nueva criatura.
Tuvimos también nuestros detractores, pero el Señor nos ayudó a ganarlos para esta causa. Había un locutor muy famoso, en HRN llamado Antonio Mazariegos. El no aceptaba mucho nuestra labor, y consideraba a los pastores y religiosos unos engañadores y vividores, pues había tenido malas experiencias con algunos de ellos. Así que cuando iba a HRN, donde tenía un programa de radio, y me encontraba con él, notaba que no me pasaba mucho. Pero traté de ser siempre amable, le hablaba del proyecto, y le comentaba de la necesidad de apoyar la lucha contra las drogas y el alcohol. En aquel entonces él tenía problemas con el alcohol. Un día se puso muy mal, debido a que bebía mucho, y me pidieron que le visitara a la clínica en donde estaba ingresado. Así que le visitaba, animándole, y traté de darle todo mi apoyo. Él buscó después ayuda en los Alcohólicos Anónimos, y se recuperó de su problema. Después se convirtió en una de las personas que a través de los medios de comunicación más me apoyó en mi labor. También el director fundador del diario La Tribuna, Oscar Flores se interesó mucho por nuestro trabajo, escribiendo un editorial sobre el P.V. Otro comentarista radial, Rodrigo Wong Arevalo, se unió a nuestra causa, defendiendo y exaltando la labor que hacíamos, y ayudándonos en la prevención de las drogas y el alcoholismo desde Radio América. Éste, aunque era muy crítico con los evangélicos, siempre fue para mí un gran apoyo, pues confió en nuestro trabajo. Así que teniendo a los psiquiatras, y a los medios de comunicación concientizados de nuestra labor, al ver mediante los frutos del trabajo, y comprendiendo éstos la problemática existente en Honduras, el resto era fácil. Una vez que te ganas la confianza de la gente, podrás llevar adelante tu misión, pero eso sí, es necesario ser sincero, y sobre todo, «andar en luz» siendo transparentes.
Tiempo después se forma un organismo oficial para la creación del Instituto Nacional contra el Alcoholismo, del cual formamos parte. Suscribimos un convenio de colaboración con el hospital Psiquiátrico. Estos nos enviaban a nosotros los casos con problemas de drogas y, a su vez, nos evaluaban todos los ingresos. La reputación del centro se conoció por todo el país, e incluso en el extranjero. El Señor permitió que muchos que hoy son líderes, médicos, ingenieros y hombres de bien, salieran de este centro. Cuando he viajado por Honduras, Estados Unidos o Europa me he encontrados a jóvenes que me han venido a saludar para decirme: <Te acuerdas de mí, yo estuve en el Proyecto Victoria, allí vencí a las drogas>. Y al verles felices, casados, e integrados en la sociedad, me digo: «BIEN VALIÓ LA PENA TANTO SACRIFICIO».
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Capítulo -X-
FRENTE A UNA INJUSTICIA POLICIAL
«No nos cansemos, pues, de hacer el bien; porque a su tiempo cosecharemos, si no desmayamos.» (Gálatas 6:9)
Hay situaciones en la vida de las cuales no podemos dar marcha atrás, máxime cuando somos impulsados por el Espíritu Santo a través de las circunstancias, y así, una vez embarcado en la aventura de ayudar a los drogadictos, teníamos que aceptar el reto que envuelve el luchar contra las drogas, incluso, a veces, tenía que enfrentar a todo un esquemas social y policial que eran aliados y cómplice silenciosos de este problema. En 1980 una madre me habló de un hijo suyo que había sido detenido por los agentes de DIN[3] debido a que tenía problemas de drogas, pidiéndome que le ayudara, razón por la cual fui al Dpto. de Narcótico del DIN para ayudar a este joven, su nombre eran Allan López. Es bueno hacer referencia que en 1978 tramité con el jefe del DIN la posibilidad de que los chicos con problemas de drogas que cayesen presos, en vez de internarlos en la cárcel, si deseaban rehabilitación, nos los dejaran llevar al Proyecto Victoria, asumiendo nosotros la responsabilidad de controlarles y notificarles a ellos si se iban del programa. Este trabajo dio resultado, y muchas vidas fueron liberadas de las terribles cárceles hondureñas, encontrando en el programa una salida a su atadura de las drogas.
No hubo problema para llevarme a Allan al programa de rehabilitación, y aunque en principio su actitud era hostil, lentamente se fue transformando, máxime cuando tuvo una experiencia con Dios en un culto especial que tuvimos en la finca, tomándolo Manuel Zelaya como discípulo. Después de un tiempo en el programa Allan se convirtió en consejero y líder, siendo una persona muy especial para mi vida, pues le casé y bauticé durante este período, se fue a ayudarme a la oficina de las Brigadas. Un día le envíe a hacer un mandado, pero esa tarde no se apareció. Fue en la noche que llegó golpeado, entonces le pregunte qué le había pasado, pues me sentía preocupado por él y me dijo: . Me indigné frente a tal injusticia, y al otro día a través de un programa de radio que tenía en HRN a las 11 de la mañana, y a nivel nacional llamado «CONFLICTOS HUMANOS», denuncie públicamente la actitud represiva de la policía y los agentes del DIN. Los periódicos se hicieron eco de este hecho. Yo, molesto por lo ocurrido, decidí ir a ver al Jefe Nacional de la Policía (FUSEP), el cual me recibió sin ningún problema. Allí estaba frente al Coronel Gustavo Álvarez Martínez, jefe nacional de la policía. Éste me recibió muy amablemente y me dijo: Y buscando suavizar mi enojo le dije: entonces me interrumpió para decirme: y se calló. Entonces tomé la palabra de nuevo . Entonces el coronel fue a su librero, tomó una Biblia en sus manos, y dijo [4], y necesitan más formación. Yo te tengo una propuesta, ¿deseas ayudarme para que esto no vuelva a ocurrir?> En aquel momento me quedé perplejo, no sabía qué contestar, pero sea lo que sea, la respuesta era ineludible. . Entonces se levantó, tomó el teléfono e hizo una llamada: Rev. Fumero y quiero que organice unas clases para enseñarle a nuestros agentes cómo tratar a los drogadictos, y todo lo que sobre droga nos pueda enseñar, además deseo que dé clases en la escuela de policía>. Al colgar, me dijo:. Un gozo inundó mi alma, no solo obtuve el poder de influenciar positivamente en los agentes respecto a la realidad del problema, sino que podría hacer que los antecedente penales de muchos de estos chicos fuesen limpiados después de un tiempo, y di «Gloria a Dios» por ello. Comencé el trabajo en la escuela de policía, que estaba en la salida de la carretera de Olancho. Tenía un promedio de unos 400 alumnos. Les hablé de las drogas, del alcoholismo, de cómo tratar a drogadictos etc. Durante mi tiempo allí les advertí a los agentes de un problema social muy generalizado en Honduras, el alcoholismo. Recuerdo que hubo un acto oficial en la escuela de policía al cual asistió el Presidente de la República, con todo el alto mando del ejército, y distinguidas personalidades de la política. En el mismo se les ofreció a todos los presentes bebidas alcohólicas. Entonces el jefe de la Policía, junto al Presidente de la República, y el director de la escuela me preguntaron: Y sin pelos en la lengua les dije: <¡No!, porque para mí es una hipocresía condenar las drogas y proclamar el daño que hace el alcohol a la sociedad hondureña, para después beber, pues esto es contradictorio al mensaje que proclamo>. Se quedaron callados, como dándome la razón, entonces el Coronel Álvarez me dijo: . Cuando llegó la clausura del curso, al cual asistí como maestro, no se pusieron bebidas alcohólicas. Entonces el Mayor Aguilar Claros, director de la escuela de policía me dijo; y di gracias al Señor porque si hablamos y no callamos por miedo, muchas cosas en el mundo pueden cambiar.
Después de esta experiencia muchas cosas ocurrieron. He tratado siempre de separar lo natural de lo espiritual, y no aprovecharme de una posición para imponer el mensaje del evangelio. Siempre he creído que Jesús es más que un mensaje evangelístico, es todo un estilo de vida, así que en el período que trabajé dando clases en la escuela de policía jamás traté de imponer el evangelio, aunque todos sabían lo que yo era y creía. Un día cuando daba clase unos estudiantes me preguntaron por qué nos les predicaba. Yo les expliqué que en hora de clase no debía usar mi influencia para predicar y hacer proselitismo, pero que si querían, podrían venir un domingo a predicar, pero ello debían hablarlo con el director. A la semana siguiente el director me llamó a su oficina para decirme que podía venir cualquier domingo a predicar, que tan solo pusiera la hora, así que quedé en ir el siguiente domingo a las 11 de la mañana. Llegué el domingo a predicar. El teniente Reyes me recibió, e inmediatamente reunió a todo el personal, incluyendo a los oficiales, en el salón de actos, el cual se llenó. Le pregunte al Tte. Reyes, que era el oficial de guardia,¿Por qué vienen todos?, yo le había dicho al Mayor que era para los que quisieran, y en posición de atención me dijo: . Así que ahí estaban todos, a la fuerza.
<Señores, les dije, quiero tener un culto para predicar el evangelio. Sé que hay órdenes de les obligan a estar aquí, pero yo en estos momentos ordeno a los que no tenga deseo de oír el evangelio, o tengan otra creencia, o se sientan aquí por la fuerza, que dejen el salón, yo les doy libertad para salir. Sólo quiero que se queden los voluntarios, pues esto no es una clase. Habían como 400 personas, y se saldrían la mitad, con el resto que se quedó tuve un tremendo culto, y más de 70 de estos estudiantes para policía aceptaron a Jesús como el Señor. Al cabo de los años, cuando viajaba por el país predicando, me encontraba con muchos de estos agentes llevando en su uniforme de policía un nuevo testamento que yo les había regalado, y diciéndome «adiós hermano», y a muchos de ellos me los encontré en las iglesias.
Esta historia no termina aquí, tan solo les he relatado algunas cosas importantes del nacimiento de las Brigadas de Amor Cristianos y del Proyecto Victoria. Se me quedan muchos nombres de personas especiales que no recuerdo, además, si escribiera todo lo ocurrido, necesitaría una enciclopedia y Ud. no tiene tiempo de leer tanto. Espero en una próxima edición dar más detalles de lo que en mi ministerio me ha acontecido.
- [1]-Expresión con la cual se identifica a una persona bajó el efecto de la droga.
- [2]– Dos lempira en esa ápoca equivalía a un dólar $USA.
- [3] – En aquel entonces era la Dirección de Investigación Nacional.
- [4]– Expresión hondureña que significa tonto, ignorantes, bruto.
Que interesante como Dios transforma las vidas,de una manera SOBRENATURAL no religiosa, mi respeto y admiracion Pastor Mario Fumero, porque usted no siendo nacido en este pais , toma como suyo este pais, y como El Señor lo ha utilizado, para que muchas personas se conviertan a Jesus, ahora , porque en este momento que vivimos de apremio, no se dan esas manifestaciones del Espiritu Santo, ya que lo necesitamos tanto, porque hay mucha necesidad espiritual, y se requiere este mover de Dios , Le quiero comentar que estube en la exposicion que dioen CCI sobre el Rompecabezas Profetico, y estubo muy buena la conferencia . Me gusta su pagina de internet voy a visitarle muy frecuente ,
Muchas Bendiciones
Carlos Ramirez
Bendiciones Don Mario Fumero,leía su libro y visión,la comparto,es un poco triste que aquí en COSTA RICA la visión ,no es la misma la Iglesia sigue dentro del muro,sin hiciéramos más lo que leemos en la Biblia,cual fuera un PABLO o un PEDRO, créame después de 5 año de haber vuelto mi seguridad y la de los míos en las manos del Señor,después de haber visto todas as señales en el camino,he aprendido poco apoco a caminar más en fe,» hombres de valor necesita Dios » fieles a su llamado,yo no soy hombre pero soy parte del cuerpo llamado Iglesia,escribí un libro «Morando bajo la Sombra del Omnipotente»,nadie desea financiarme ni ayudarme ,pero es el vivo reflejo de la presencia de Él en mi vida,usted y su libro me motiva.