Mario E. Fumero
En los artículos anteriores consideramos el poder de la propaganda para seducir el voto. En este escrito quiero hablar de un elemento complementario al tema anterior, y es el poder del dinero en las elecciones políticas para apoyar a los candidatos a fines a los deseos de los donantes, ya que muchas veces estos obedecen más a intereses ocultos y poderes dominantes, que al deseo sincero del bien común de su pueblo.
No cabe duda de que la afirmación del apóstol San Pablo cuando dijo “que raíz de todos los males el amor al dinero” (1 Timoteo 6:10), se hace patente dentro de la democracia moderna, la cual se debilita cuándo es manipulada mediante el dinero, con el cual se compra conciencias, votos y muchas veces hasta posiciones política.
No podemos ignorar que detrás de muchos aspirantes a puestos políticos, existe intereses creados y económicos que están dispuesto a financiar sus campañas para que cuando esté llegue al poder, obtenga favores y beneficios, ya sea por medio de contratos, exoneraciones, o tráfico de influencia. Tristemente muchos de los que componen los congresos de muchas naciones son personas compradas por los poderes dominantes, para favorecer intereses económicos, y es ahí donde el dinero, tristemente, corrompe la democracia, inyectando dentro de la misma, un terrible virus que la está destruyendo el cual se llama “corrupción política”.
Se ha comprobado que detrás de muchos presidentes y diputados hay poderes ocultos que manejan agendas sombrías y decisiones amañadas. Estos poderes tras bastidores son por ejemplo los narcotraficantes, las grandes transnacionales, y las agendas del Género qué tratan de financiar a personas claves en puestos del gobierno, para poder esconder sus conductas impropias, y por medio del poder económico, manipular a los políticos con leyes que tratan de promover sus intereses, o proteger sus actos delictivos.
Las áreas más vulnerables dentro de la democracia son tristemente el poder ejecutivo y el legislativo, ya que, controlando estos dos poderes del Estado, fácilmente puede modificar las leyes y establecer decretos que les garanticen sus fines, quedando la justicia muchas veces atada a disposiciones contrarias a lo lógico y ético.
Se ha hablado mucho sobre “el poder que está detrás del poder”, o sea qué muchos gobernantes solamente son una pantalla de ciertos poderes ocultos y nefastos, que tras bastidores y con misas negras, manejan la economía y los intereses de una nación. Estos poderes ocultos son tan poderosos que puede hacer culpable al inocente, para librar al verdadero culpable.
No podemos obviar que en nuestro mundo hay tres grandes poderes económicos que tratan de instrumentalizar a los gobiernos para su propio beneficio, estos son: el poder del narcotráfico, el poder de la industria armamentista, y el poder de los medios de comunicación. No podemos ignorar también los poderes de las trasnacionales y de los monopolios que tienen la capacidad de financiar políticos para sus propios beneficios e incluso, el poder intervencionista de algunas potencias extranjeras que tienen la facultad, por medio del endeudamiento de los países, manipular sus decisiones anulando su soberanía.
En conclusión, el mayor peligro para la salud de una democracia está en el poder económico, que la puede incluso transformar su soberanía y llevar a toda una sociedad a una esclavitud de los hombres a lo que podríamos denominar “El nuevo orden mundial”.