Ángel Bea
Siguiendo con el tema de la oración y después de lo que anotamos sobre lo dicho por Jesucristo acerca de las motivaciones y el contenido de la oración, no parece que el Señor Jesús enseñara la oración del Padrenuestro para que sus discípulos la repitieran y repitieran, sino con la intención de que se usara de forma completa, compresiva, con fe y de forma sincera, comprometidos con cada parte de la misma.
Jesús dijo: “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos…” son las primeras palabras de la oración del Padrenuestro. En principio, hemos de destacar que el Señor Jesús se dirige a sus discípulos; ellos representaban la comunidad cristiana y Jesús les muestra cómo dirigirse al Padre: “Padre nuestro”.
Esto es algo que últimamente se está pasando por alto y a base de ignorarlo, se olvida con gran perjuicio para los que oran y para la propia comunidad. ¿La razón? Pues, una de las cosas que llama la atención en nuestro tiempo es lo que algunos llaman el yoismo. Es la tendencia cada vez más evidente que tienen las personas a centrarse en sí mismas, preocuparse y ocuparse por sí mismas que caracteriza a nuestra sociedad. Eso que se llama individualismo y que, en gran parte, también caracteriza a la sociedad española. Dicha tendencia también se aprecia en el mundo evangélico, en las canciones y en las oraciones de los creyentes en general, en el culto comunitario.
Esto nos hace pensar que hace algunas décadas, los himnos que se cantaba en las iglesias, se expresaban en términos de comunidad, es decir nosotros, nuestro, deseamos, te adoramos, te bendecimos, etc. Era como el “nuestro”, el “nosotros”, el “danos el pan” y el “guárdanos” del Padrenuestro. Aquella forma se daba porque había tanto un saber como un sentir comunitario a la hora de reunirse en torno a la presencia de Dios y su Santa Palabra. Sin embargo, desde hace ya bastante tiempo, cuando las iglesias se reúnen para tributar culto a Dios el Padre, es muy común escuchar canciones en las que los pronombres en primera persona, son los que destacan: “me salvaste” “me liberaste” “yo te sirvo, Señor” “yo te amo” etc. Y no digamos de las oraciones, las cuales dan testimonio de dicha influencia, pues pareciera que el creyente está él solo en la congregación. “Padre mío” “Dios mío” “yo te amo” “yo te alabo”, “yo te bendigo”, etc., y en ningún momento se repara en que la congregación se ha reunido como comunidad para tributar culto a Dios el Padre.
El asunto es que dichas influencias se insertan en el pueblo de Dios y ni siquiera nos percatamos de ellas. Mucho menos, nos preguntamos cuál es su origen y la manera tan negativa que tienen de afectar nuestro propio sentido de comunidad fraterna. Al respecto, me llamaba la atención este párrafo que leí hace algún tiempo: A pesar de los intentos… de mantener un sentido de perspectiva, es difícil evitar la conclusión de un profundo yoísmo (elevar el estar centrado en uno mismo…) gobierna no sólo gran parte de la cultura occidental, sino… gran parte de la iglesia occidental […] la iglesia es demasiado pragmática, hedonista, relativista, más dada la emoción que reflexiva y, en resumen,centrada en sí misma” (Carson A. Donald. Amordazando a Dios. P.524)
En vista de esta realidad, cualquier influencia y tendencia que atente contra el
sentir comunitario y fraterno de la iglesia, debería ser desestimada por los creyentes. Y dado que los pastores somos llamados a ser ejemplo en todo, es
necesario que tengamos en cuenta esta negativa influencia que se ha introducido en la comunidad cristiana y procedamos en consecuencia. Dicho de otra forma: En la iglesia, siempre será mejor decir: “Padre nuestro…” que, “Padre mío”, pues si bien soy un hijo de Dios, lo soy en compañía de mis hermanos y hermanas. Y eso, aunque ahora nos cueste un poco el recuperar tanto el sentir como la forma de hacer en la comunidad. No obstante, merece la pena intentarlo.
Seguiremos. D. m., con las exposiciones sobre la oración del Padrenuestro.