Mario E. Fumero
Para podernos ubicar en la situación actual que vive Hondura, como iglesia evangélica, tenemos que situarnos en los primeros años de su nacimiento y dentro de ese marco histórico, para establecer el quehacer de la iglesia en el tiempo actual.
¿Vivió la iglesia primitiva una crisis semejante a la que estamos viviendo en estos momentos en Honduras? ¿Cuál fue el papel de la iglesia en la situación histórica que en estos momentos vive la nación y el mundo? ¿Cómo era el marco político y social en la época apostólica, entre los años 35 al 313 dC?
Recordemos que Jesucristo fue víctima de una injusticia social horrible, fue sentenciado a muerte siendo inocente. El apóstol Pedro y Pablo fueron llevados presos por el simple delito de predicar el evangelio (Hechos 12:1-4, 16:23-26), debido a la conspiración que tenían los sacerdotes y fariseos judíos contra los cristianos. El apóstol San Pablo se enfrentó al corrupto rey Agripa, y le amonestó de su pecado (Hechos 26:1-28). Todos estos, son acontecimientos bíblicos innegables, que los tenemos delante de nosotros al estudiar el libro de los Hechos, sin embargo, no encontramos ningún argumento para que la iglesia se inmiscuya en los conflictos políticos generado por el pecado de los gobernantes. Quizás en la época apostólica no había narcotráfico, pero tampoco debemos ignorar que había una corrupción, esclavitud, violencia, injusticia y persecución generalizada a todos los que no se sometían a los dictámenes del dictador de Roma, el emperador, pero la iglesia se limitó solamente a condenar el pecado del hombre, y llamar al arrepentimiento a los que recibían a Jesús como Señor (Kyrios o soberano) pero jamás inmiscuyó en los negocios de este siglo, principalmente en el terreno de lo político, a fin de agradar a aquel que los tomó por soldados (2 Timoteo 2:4).
En estos momentos trascendentes histórico que vive Hondura debido a los escándalos del narcotráfico, la Iglesia Católica ya se ha pronunciado, denunciando y condenando muchas cosas anormales dentro del sistema político actual, sin embargo, señalo lo malo, pero no dio solución, porque la única solución es el cambio de corazón. Tristemente vemos que la Iglesia Evangélica no solamente se ha mantenido en un silencio absoluto frente al pecado reinante, sino que algunos, injustamente interpretan su silencio al hecho de ser cómplice de la triste convulsión social que vive el país, y los peor, la pandemia de corrupción reinante, que es más grave que el Covid-19, pero ¿A qué nos llamó Dios? A señalar el pecado, y llevar al hombre (no al sistema) al arrepentimiento.
No cabe duda que el pecado está consumiendo la nación, y aunque tiene que ver con el narcotráfico, violencia, corrupción, su mayor raíz radica en la destrucción de la unidad familiar y división, creando la falsa teoría de la ideología del género, llevándonos a una polarización que puede desencadenar en una mayor convulsión social.
Los evangelios no pueden regenerar a todo a una sociedad, porque solamente trabajamos cambiando a los individuos. El principio del cambio comienza con el Nuevo Nacimiento (Juan 3:7) el cual envuelve un cambio de actitud. Este cambio de actitud se refleja en hechos concretos como son los frutos dignos del arrepentimiento (Mateo 3:8, 7:16). No podemos esperar que este país salga adelante mientras no nos enfrentamos a la realidad del pecado individual, porque no puede la Iglesia resolver el pecado colectivo, sin un cambio individual.
¿Cómo debemos enfrentar la crisis que vive el país en estos momentos históricos tan delicados? Tenemos que partir del modelo bíblico, condenar el pecado en el hombre, pero evitar inmiscuirnos en el sistema dominante, dentro de un mundo corrupto como en el que vivimos, porque todas las sociedades están podridas, igual que en la época que vivieron los apóstoles y el mismo Jesús.
La Iglesia primitiva vivió en desigualdades sociales peores que las de hoy, pero se limitó al principio de establecer un reino dentro de otro reino, con otras reglas de juego diferentes, donde la abundancia de uno, suplía la escasez de otros por amor, no por ley (2 Corintios 8:14). ¿Puede la iglesia con sus acuerdos, declaraciones, denuncias, manifestaciones y oraciones, sanear la sociedad podrida sin transformar primero al individuo? ¿Dónde radica la raíz de todos los males que actualmente vivimos? La respuesta la da a Jesucristo en Mateo 15:19.
marioeduardofumero@gmail.com