DEFINIENDO CONCEPTOS – IRA Y ENOJO

Mario E. Fumero

          En nuestra naturaleza pecaminosa se manifiestan dos tipos de pecados, uno que no es de muerte, y otro que sí es de muerte (1 Juan 5:16.) Analicemos primero los pecados de muerte. Se considera pecado de muerte o inaceptable, aquel que nace de los deseos de la carne, y que está prohibido radicalmente por la ley de Dios, el cual, al ejecutarlo con alevosía o premeditación, produce la muerte espiritual.

PECADOS INACEPTABLES PARA UN CRISTIANO         

          El apóstol Pablo clasifica estos pecados de la carne como procedentes de los deseos desordenados, y para líbranos de ellos tenemos que ser crucificados, para poder vivir una vida nueva en Cristo Jesús. Analicemos para ello Colosenses 3:5-7 el cual dice:

 «haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impurezas, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivías en ellas».

 Noten el término «en las cuales también anduvisteis» lo que evidencia que al venir a Jesús, es imperativo hacer morir lo carnal. Estas cosas tienen que ser erradicadas, y son inaceptables en los que nacen de nuevo, porque son deseos preconcebidos. Analicemos cuales son los pecados intolerables para un convertido: «fornicación» que en el sentido griego abarca todo tipo de inmoralidad sexual[1], incluyendo el adulterio. También menciona impureza, o sea, alimentar con morbo la mente, lo cual produce degradación sexual, principalmente cuando caemos en la pornografía, prostitución, incesto, y bestialismo. Todos estos pecados son señalados en el código mosaico como causa de muerte (Levítico capítulo 20). Después añade «pasiones desordenadas», que está ligado a vivir una vida de vicios, lujuria y promiscuidad, añadiendo toda clase de «inmoralidad sexual» y por último la avaricia, que es idolatría, y que procede de la codicia, y está señalada en el décimo mandamiento de la ley de Dios (Éxodo 20:17) como algo inaceptable.

LOS PECADOS DE NATURALEZA

          Después, en Colosenses 3:8 se da un cambio radical al afirmar: «pero ahora dejad», (en tiempo presente), y relata una serie de actitudes o conductas que no tienen nada que ver con la concepción (acción deliberada) sino con la naturaleza viciada (Efesios 4:22), producto de las malas costumbres aprendidas, y es cuando menciona las siguientes actitudes, que, aunque son pecados, no son de muerte (condenación): «ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca». Estas acciones «presentes» son el producto de una formación, y están ligadas a dos factores:

1-Las influencias del medio: Costumbres, vocabulario, valores morales, cultura, etc.

2- Temperamento[2] de las personas: Los factores genéticos del temperamento, que heredamos de nuestros padres. (1 Pedro 1:18)

Podemos decir que estas acciones son más una forma de actuar, que una forma de pensar.

CÓMO MANEJAR LA IRA Y EL ENOJO

          ¿Es la ira y el enojo un pecado de muerte? ¿Planeamos enojarnos o airarnos, o es una reacción involuntaria frente a ciertas situaciones adversas en la vida? Cuando reaccionamos inconscientemente, aunque fallamos, no cometemos una acción deliberada. Al no haber la intención, sino una reacción, reflejamos debilidades o vicios de naturaleza, y, por lo tanto, debemos aprender a dominar nuestros impulsos.

          Dios juzga más la concepción que la acción (Mateo 5:28). Es por ello que la Biblia no prohíbe el enojo, sino que nos recomienda no dejar que el mismo produzca raíces de amargura, o sea, que no dure más de 24 horas, por lo cual dice la Biblia, que «no se ponga el sol sobre tu enojo» (Efesios 4:26). El pecado no está en enojarse, sino en guardar resentimientos y crear odio o actitud de intolerancia hacia un tercero, lo que genera enemistad.

          Otra fase del enojo, es la ira. ¿Qué es la ira?  Una reacción violenta en un momento de disgusto, que se genera por el enojo. Es un término de origen latino que se refiere a la furia y a la violencia desencadenada en un momento de crisis. Se trata de una conjunción de sentimientos negativos que generan indignación. Puede ir desde palabras ofensivas, hasta agresión física. La ira, como el enojo, está vinculados al factor del carácter, y ligados estrechamente al temperamento, principalmente cuando se tiene un alto índice de actitud colérica[3]. Al ser una reacción temperamental, y no obedecer a una acción preconcebida, se hace inevitable en todos los seres humanos.

LOS PECADOS DE NATURALEZA SE MOLDEAN

          La Biblia establece no su anulación, pero sí su control, y dice «airaos, pero no pequéis» (Efesios 4:26) y para lograrlo, tenemos que desarrollar el dominio propio, y para obtener este dominio propio, tenemos que ser perfeccionados en la paciencia (2 Pedro 1:6, 2 Timoteo 1:7). Si estudiamos la conducta de los doce apóstoles veremos en ello la manifestación de estos pecados de naturaleza, y la lucha de Jesús por modificar sus deformaciones de carácter.

          El pecado aparece cuando dejamos que tanto la ira, como el enojo, produzcan agresión y daño físico o moral, o generen una actitud de venganza u odio, y es ahí en donde el Espíritu Santo nos tiene que ayudar (Romanos 8:26), porque estas áreas son, por lo general, debilidades que traemos todos los seres humanos, como herencia del pecado que mora en mí (Romanos 7:20).

DE LA TENTACIÓN A LA EJECUCIÓN  DE LOS PECADOS DE MUERTE

          Es bueno diferenciar las actitudes, producto del carácter, educación, costumbres y hábitos, de aquellas acciones que son preconcebidas y que obedecen no a un impulso, sino a un deseo concebido y acariciado. Es por ello que Santiago 1:13-15 explica bien el pecado de muerte o condenación al escribir: «Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte». Notemos que al ser atraído y seducido por concebir el deseo (concupiscencia), aparece el pecado. Quiere decir que el pecado en este caso no es una reacción, sino una atracción, que nos mueve a concebir, de forma predeterminada, un deseo carnal, por el cual somos «atraídos» o llevados a cometer la acción. Es por eso que para que haya «tentación», tiene que haber atracción, o sea, algo que te guste y que no sea correcto.

          No puedo ser tentado cuando lo que no nos ofrecen no me gusta. Toda tentación radica en buscar o tener a mano algo que me gusta y apetezco. Sin embargo, el pecado de naturaleza no tiene que ver con atracción, sino con reacción; son circunstancias externas que están ligadas a la naturaleza pecaminosa. Es por ello que, aunque la mentira es pecado[S1] , muchas veces forma parte de un estilo de vida, que fluye inconscientemente, por miedo, como un mecanismo de defensa, y es debido a ello que tenemos que ser regenerados. Pero el hecho de fornicar, adulterar o emborracharme, no obedece a una acción natural, porque para ejecutarlo, primero tengo que concebirlo y desearlo, para después buscarlo y consumarlo.

          Así que hay actitudes que son pecados, pero no nacen de la mente, sino de nuestra naturaleza deformada por la herencia pecaminosa de Adán, el medio, y la educación que recibimos de nuestros padres.


NOTAS

[1] -La palabra griega por·néi·a tiene un significado amplio. Bajo la palabra por·néi·a, Bauer, p. 693, dice que significa “prostitución, falta de castidad, fornicación, de toda clase de relaciones sexuales ilegítimas”.

Diccionario Vine del Nuevo Testamento se establece que porneia (πορνεία, G4202), se usa: (a) de una relación sexual ilícita (Jua_8:41; Hch_15:20, Hch_15:29; Hch_21:25; 1Co_5:1; 1Co_6:13, 1Co_6:18; 2Co_12:21; Gál_5:19; Efe_5:3; Col_3:5; 1Ts_4:3; Apo_2:21; Apo_9:21; en plural en 1Co_7:2); en Mat_5:32 y Mat_19:9 se usa denotando, o incluyendo, adulterio; se distingue de ello en Mat_15:19 y Mar_7:21; (b) metafóricamente, de la asociación de la idolatría pagana con doctrinas de la fe cristiana, y con la profesada adhesión a ella (Apo_14:8; Apo_17:2, Apo_17:4; Apo_18:3; Apo_19:2); algunos sugieren que este es el sentido en Apo_2:21

[2] – A pesar de los avances de la ciencia, esta teoría hasta cierto punto sigue vigente. No en cuanto a los humores, sino en cuanto a la clasificación de las personas por los temperamentos, lo cual, como mencioné, está determinado por el sistema nervioso y por la influencia endócrina. Los 4 temperamentos del ser humano son: Sanguíneo, Colérico, Melancólico y Flemático.

[3] -Una de las primeras personalidades históricas en desarrollar la teoría de los 4 humores que más tarde daría paso a la de los temperamentos fue el médico griego Hipócrates. Alrededor de los siglos V y IV a. C., en la antigua Grecia que habitó Hipócrates, tenía mucha importancia la creencia de que todo lo que existe en el mundo estaba compuesto por unos pocos elementos combinados entre sí. Hipócrates adoptó este punto de vista al defender la idea de que el cuerpo humano está formado por 4 sustancias básicas, también llamadas humores. Para Hipócrates, estos humores son los siguientes: Sangre, cuyo elemento asociado es el aire. Flema, el elemento del cual es el agua. Bilis amarilla, que corresponde al elemento fuego. Bilis negra, asociada a la tierra.


 [S1]

Acerca de unidoscontralaapostasia

Este es un espacio para compartir temas relacionados con la apostasia en la cual la Iglesia del Señor esta cayendo estrepitosamente y queremos que los interesados en unirse a este esfuerzo lo manifiesten y asi poder intercambiar por medio de esa pagina temas relación con las tendencias apostatas existentes en nuestro mundo cristiano.
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