HECTOR HERNAN CASTRO

El ladrón arrepentido que fue crucificado junto a Jesús no hizo ningún mérito o buena obra para merecer el perdón, pero a cambio de su fe y su arrepentimiento genuino recibió de Cristo mismo la promesa de ir al paraíso de Dios.

Usted y yo tampoco tememos méritos para merecer la salvación de Dios. Esa salvación no es un premio que se le ofrece al que se porta bien (nadie se lo ganaría, porque todos hemos pecado, Romanos 3:23), sino un regalo divino que se recibe por fe en Jesucristo. Este fue otro valor bíblico fundamental recuperado por la Reforma. Es su segunda base o fundamento:

2) SOLA FIDE (SÓLO LA FE.)

Esto es algo incomprensible para muchos porque pretenden medir el Reino de Dios con la misma vara que miden al sistema humano.

Aquí en la tierra funciona así: ¡El valor del premio está condicionado y determinado por el esfuerzo y los logros obtenidos! Sí, aquí hay que hacer algo para  merecer y recibir algo, pero en el cielo las cosas funcionan distinto.

Si ir al cielo fuera por merecerlo, Jesucristo estará absolutamente solo ahí, porque sólo Él es el hombre perfecto. O, ¿Usted cree que en base a sus pensamientos, acciones y actitudes merece que Dios le premie con llevarlo al cielo?

Yo no, porque estoy plenamente consciente de mi pecado y maldad que me descalifican.

Para llenar las altísimas expectativas de Dios se requiere cumplir al 100% Su Ley, cosa que ningún ser humano común y corriente puede lograr. ¿Por qué nuestras _»buenas obras» son insuficientes? Porque a los ojos de Dios…»Todos nosotros somos como un hombre impuro; todas nuestras buenas obras son como un trapo sucio; todos hemos caído como hojas marchitas, y nuestros crímenes nos arrastran como el viento» (Isaías 64:5; DHH.).

Lo que nosotros llamamos _»buenas obras»_, el Justo Juez lo desestima como medio de salvación. «Porque por gracia sois salvos POR MEDIO DE LA FE; y esto no de vosotros, pues ES DON DE DIOS, NO POR OBRAS, para que nadie se gloríe» (Efesios 2:8,9.).

Las buenas obras NO nos salvan, pero sí son la evidencia visible de una fe invisible (Efesios 2:10; Santiago 2:14-26.) Toda persona que realmente ha recibido por fe a Jesucristo jamás seguirá siendo igual. Si no hay ningún cambio positivo, lo más probable es que ha habido solo emoción y confusión, pero no autentica conversión y nuevo nacimiento. ¿Usted ya lo experimentó? ¿Su vida diaria da evidencias de esa transformación? Es la fe en Jesucristo la que nos salva.

Si Usted y yo éramos capaces de ganarnos la salvación por nosotros mismos, ¿Qué necesidad había de que Cristo viniera a morir por nosotros? ¡No lo necesitaríamos!

La fe en la Persona y Obra de Jesucristo es clave. Es que el valor de la fe no está en ella misma ni en el que la ejerce, sino en Quién se deposita. El 10% de fe en la Persona correcta (Jesucristo) vale más que el 100% de fe en la persona o cosa equivocada. ¡Es la fe en Jesucristo nuestra única opcion de salvación! Por méritos propios Usted y yo estamos descalificados, sólo Jesucristo es el Salvador. 

*Sóla fide* quita el foco de atención sobre nosotros mismos y lo pone sobre Jesucristo. ¡Él es la estrella, Él es el actor principal de esta obra; se trata de Él, ¡no de nosotros!

¡Por eso en el cielo nuestro canto exaltará AL CORDERO QUE FUE INMOLADO (Apocalipsis 5:11,12) no al YO que fue descalificado por el pecado y sólo por gracia y por fe en Jesús fue salvado!

¡Sóla Fide!